La observación la hizo un lector de Arcadi Espada: uno de los aspectos más pasmosos de la política española es que buena parte de quienes transmiten el discurso del PSOE son ajenos e históricamente contrarios al papel de este partido en la Transición.
Son comunistas que entraron en el PSOE manteniendo su dialéctica y que pasaron a ocupar inmediatamente importantes lugares del aparato, desde donde influyen en la gobernanza del país.
Ejemplos: los portavoces del Congreso, López Garrido –miembro de la ejecutiva-; del Senado, Enrique Curiel; o el presidente de la Fundación Alternativas (único laboratorio de ideas socialista relativamente activo), Nicolás Sartorius, que son vitales para la articulación y emisión del discurso del PSOE actual.
En los años 80, desde el PCE e IU, defendían la gloriosa existencia del paraíso comunista y rechazaban virulentamente la estrategia proamericana y atlantista del PSOE. Aún ahora, siguen siendo furibundos antiestadounidenses.
Si por ellos hubiera sido España estaría en el movimiento de los no alineados haciendo experimentos augestionarios y confederales al estilo de Yugoslavia, que era el summum del socialismo real, sugiere el comunicante.
Es una interesante observación: ellos son quienes le contagian al PSOE su visible tonillo marxista-leninista, el antiimperialismo verbal de los no alineados, la dialéctica fidelista y antisemita, y el rencor contra Occidente.
A pesar de que erraron sistemáticamente en todas sus propuestas de política nacional e internacional, siguen impartiendo doctrina como si sus dictámenes fueran la guía del buen gobierno.
A ellos debe añadirse quien nunca acertó en su vida: el neogurú de la tribu zapaterista, Santiago Carrillo.
Detestado por Felipe González, de fracaso en fracaso llegó al triunfo final al lograr ser admirado por el clan ZP mientras arrastra a numerosos dirigentes socialistas al discurso antioccidental y tercermundista.
Hay un libro muy interesante a leer al respecto de todo esto, que explica muy bien los propósitos que Rusia tenía para España, al acabar nuestra Guerra Civil. Las ideas eran convertirnos en algo así como un país más de la Rusia Comunista, en otro país satélite de la famosa URSS. Sinceramente, nos libramos de una buena (aunque Franco tampoco fue ningún camino de rosas que digamos).
El libro se titula: “Paracuellos – Katyn”, y aunque el autor Cesar Vidal personalmente no despierta mis simpatías, su obra (esta) sí que me gusto y mucho. Supongo que es como los guisos, puede que el cocinero no me caiga bien, pero si el guiso esta bueno...
El libro es interesante y describe muy bien la figura de Carrillo y su papel durante la Guerra Civil, y además nos acerca a aquel genocidio que fue Paracuellos, precursor del de Katyn.
Publicado por: Gaspar Payá | sábado, 09 junio 2007 en 18:16