Quizás recuerde usted cuando los socialistas le llamaban corrupta a María Antonia Munar, líder de un pequeño partido balear. Ahora le ofrecen lo que desee si les apoya.
El dirigente del Partido Popular de esas islas, Jaume Matas, también acusaba de corrupta a Munar. Pero puja por conquistarla en esta subasta digna de los salones londinenses de Sotheby’s.
En otro archipiélago el socialista López Aguilar corteja desesperadamente a Coalición Canaria, a cuyos dirigentes llamaba corruptos ayer mismo. Angustiado, le exige a Zapatero medios para comprarlos.
Vaya usted a Cantabria y recuerde cómo denigraban hace unos años populares y socialistas a su actual presidente y a su pequeño partido regionalista. Ahora lo cortejan como galanes encelados. Él se deja querer, pero, hombre emotivo, se siente más tentado por lo que reparte ZP que por la espesa esperanza de Rajoy.
Toda España está así, metida en subastas políticas cuyos fines son bienes, dinero y poder. Sólo los partidos nacionalistas quieren algo más que el dinero que obtienen evocando patrias y mitos. Quieren más poder para obtener más dinero y más poder aún, pero mental, explotando esas patrias y mitos que la credulidad popular paga bien. ¿Pescadilla que se muerde la cola?. No: la redondez de la moneda.
Porque tras cada cargo puede haber comisiones de obras, empleos en puestos públicos para allegados y militantes, y exhibición de poder.
Ah, poder: el coche oficial con chofer, cuando no el avión. La exhibición propia provocando el pasmo entre quienes se sentían antes superiores.
Se fue el altruismo que era visible hace treinta años. En aquellas elecciones que se recuerdan ahora los candidatos luchaban entusiásticamente por construir una democracia. Nadie o casi nadie pensaba en su bolsillo. Todos eran profesionales acreditados, con independencia económica, ajenos a la política.
Hoy, muchos no podrán decir que viven honorablemente cuando dejen de mandar.
Vivimos en un país donde la izquierda ha abrazado las causas de los nacionalistas excluyentes dejando de lado la importancia de la libertad. Quizás deberían recordar a Rosa de Luxemburgo cuando decía:
“La libertad no puede nunca ser otra cosa que libertad para pensar de otra manera”
Publicado por: Loli | martes, 19 junio 2007 en 18:29