Las tropas españolas en Afganistán responden con fuego real a los ataques de los talibanes, y el Gobierno define esas acciones como antiterroristas, no como operaciones de guerra.
En Afganistán hay terrorismo, dice el ministro de Defensa. Habla de conflicto, de dificultades, pero evita pronunciar la temida palabra guerra. Cambia el significado y el sentido de la realidad.
Aunque el Gobierno cree tener razón, digamos que legal. Porque España nunca estará en guerra, término que hizo desaparecer ZP de su Ley Orgánica de la Defensa Nacional (5/2005 de 17 de Noviembre).
Sólo en el preámbulo, haciendo historia, se menciona la guerra fría y la reducción de las guerras convencionales. Sus 5.238 palabras posteriores en 31 artículos son de tal buenismo que no vuelven a mencionar la guerra.
España nunca tendrá una, sino eufemismos que muestran miedo a afrontar la realidad. Un Francisco Franco ya es imposible. Pero si aparecen un Adolf Hitler o un Bin Laden lanzando ejércitos sobre al-Andalus en un nuevo 711, no podrá responderse con una declaración de guerra.
Es grave la desaparición del término por ese miedo a las palabras, pero la Ley es peor, incluso aunque los españoles quisieran enfrentarse a un ataque hostil: exige que sea el pleno del Parlamento quien autorice cualquier respuesta militar.
Y si se es cobarde al redactar leyes, se será más aún si debe planificarse una respuesta bélica. Y mucho más si se recuerda la valiente conducta del pleno del Parlamento español en el infamante 23 de febrero de 1981.
Entró Tejero gritando ¡Todos al suelo!, y de 355 diputados sólo tres permanecieron dignamente erguidos: Adolfo Suárez, y dos tipos bragados, capaces de matar y morir por defender sus creencias, en ese momento democráticas, el vicepresidente, general Gutiérrez Mellado, y Santiago Carrillo.
Como para creer que no se tirará al suelo cualquier pleno del Parlamento si se produce una agresión exterior.
Muy de acuerdo con usted en este, otra vez, estupendo comentario suyo.
Una cosa es querer y desear la Paz, y otra bien distinta es ser un pacifista. Una cosa es la Paz como objetivo, y otra cosa es el pacifismo como respuesta o medio para conseguirla. Este ultimo es ridículo, e insensato en el mundo real en el que vivimos.
Se necesitan sistemas de defensa y ejércitos altamente cualificados y tecnificados, que mantengan el orden y eviten despertar las ansias de poder y de extensión de sociedades y países menos desarrollados (normalmente más embrutecidos) sobre otros mas desarrollados (con individuos y sociedades más frágiles), o más ricos en recursos naturales.
Los individuos tienen instintos de dominación y ambición. Las sociedades también. Y ese es un peligro real. En mi modesta opinión, lentamente, muy lentamente nos dirigimos hacia una tercera guerra mundial. Aun esta muy lejos, pero más en la percepción de ella, que en el tiempo.
Publicado por: Gaspar Payá | domingo, 01 abril 2007 en 11:27