Estos quince marineros y oficiales británicos que fueron capturados por la Marina iraní dicen ahora que sufrieron presiones sicológicas que los obligaron a denunciar a su país como imperialista y a autoinculparse de haber violado las aguas de Irán, cuando estaban en las de Irak.
Miembros de la inteligencia y militares profesionales, teóricamente son émulos de James Bond, inimaginable lloriqueando y pidiendo perdón como hicieron ellos ante las televisiones del mundo entero. En su historial seguramente escribirán: “Cobardía, demostrada”.
Para evitar que la humillación del viejo león británico fuera tan lejos, EE.UU. le propuso al Reino Unido emprender una acción conjunta para rescatar a esos cautivos, pero Tony Blair dijo que no.
Prefirió negociar porque ahora una vida vale más que lo que antes se consideraba el honor y la dignidad de un país, y porque existía la posibilidad de que el fanático führer Mahmud Ahmadineyad los fusilara a todos.
Quizás esta actitud sea correcta, y la estadounidense mantenga códigos de honor caducos por demasiado expeditivos en los tiempos actuales.
Casi sin darse cuenta Europa ha cambiado sus valores, de origen caballeresco. EE.UU. mantiene los suyos, que proceden de cierta hidalguía del siglo XIX. Los iraníes no aplican los cánones persas, sino los islamistas más crueles, que disimulan como en este caso al convertirlos en propaganda.
Transformada así la Marina británica, de la que Bond era el héroe y estos quince su mueca cobarde, hay que preguntarse por las mutaciones experimentadas por otros países, sus ejércitos y su opinión pública.
Por ejemplo, los ciudadanos españoles tienen que plantearse qué actitud adoptarán si los talibanes, al-Qaeda, Hizbolá o Hamas capturan a algunos de sus soldados en Afganistán o en el Líbano, y exigen la liberación de los islamistas sospechosos del 11M.
Yo habría hecho igual, porque soy cobarde y me parece que actualmente todos los europeos lo somos en mayor o menor medida, y no nos avergonzamos. Aunque supongo que ante un peligro inminente muchos no haríamos valientes, ¿no cree usted, Don Manuel?
Publicado por: Cobarde | martes, 10 abril 2007 en 12:12