Muchos medios informativos españoles pretenden hacer pasar a los actuales obispos y cardenales por militantes del nacionalcatolicismo de los primeros años del franquismo, y comparan su conducta con la de los imanes y ayatolás yihadistas.
Desconocen cómo fue en realidad el nacionalcatolicismo, y la diferencia entre quienes defienden sólo verbalmente su doctrina y quienes asesinan en una sanguinaria yihad si no se obedece a su dios y su profeta.
La desaparición del nacionalcatolicismo de España se demuestra diariamente. La última vez, la semana pasada en Extremadura, en la apertura del Año Jubilar Guadalupano.
Allí, entre 15.000 peregrinos, estaban el presidente de la Junta y su consejero de Cultura, que habían pagado y difundido un libro con fotografías en actos incestuosos, de bestialismos y masturbatorios de Cristo, la Virgen María y otras figuras cristianas.
El mayor rechazo público que recibieron vino del arzobispo de Toledo y cardenal primado de España, el conservador Antonio Cañizares, advirtiéndoles que “esas fotografías son horrendas y nos humillan”. Tras ello, les estrechó la mano y los peregrinos aplaudieron el gesto.
Por unas inocentes caricaturas de Mahoma hordas de musulmanes mataron y siguen matando, especialmente a cristianos, en supuesta defensa de su religión. Los dibujantes daneses se esconden de los islamistas, que juraron asesinarlos.
Y por la Europa de tradición cristiana corre el aviso de que cualquiera expone su vida si bromea con Mahoma o Alá.
En la guerra civil española y hasta el Concilio Vaticano II, el nacionalcatolicismo estuvo cerca del poder de Franco, como gran parte de la Iglesia vasca actual lo está el nacionalismo, incluso el violento. No era una yihad, aunque a muchos se lo pareciera.
Pero es oprobioso comparar al catolicismo español de hoy con los islamistas que masacran a quienes no comparten su fe.
Como católico, he de darle las gracias por el comentario de hoy. Si todo el mundo tuviese la misma capacidad de análisis que usted, las cosas serían muy distintas. Y para mejor, sin duda. Para empezar, habría más tolerancia y más paz.
Lástima que hoy día se defienda lo contrario. Con motivo de la eutanasia (o como quiera llamarse) de Inmaculada, hace unos días, el periódico "El País" venía a decir algo así como que tener convicciones va en contra de la convivencia social (!!!).
Triste y trágico resulta que para querer aparentar ser más progresista se pretenda borrar las raíces judeo cristianas y greco latinas de nuestra cultura.
Por eso, gracias.
Publicado por: Capitán Trueno | jueves, 29 marzo 2007 en 11:51