Hijo de un falangista condecorado tres veces y nieto de un militar africanista: ese es José Ignacio de Juana Chaos que en el Times acusaba a los españoles de reprimir a los vascos. Quizás por su complejo de Edipo asesinó a 25 personas como si fueran 25 padres.
El nuevo ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, proclamó un día, refiriéndose al PP: “Hemos luchado contra sus papás, y ahora tenemos que combatir a los hijos”. También viene de falangistas, vencedores de la guerra civil.
Las tres cuartas partes de las hijas de Rodríguez Zapatero vienen de franquistas. Y la otra tercera parte, su abuelo militar, obedeció a Franco para defender con las armas la República que querían derrocar en 1934 los mineros asturianos, principalmente socialistas.
ZP pregonó un día que era rojo y heredero de ese abuelo fusilado por no unirse después al levantamiento antirrepublicano. Un color que no declaró durante la campaña electoral, como hubiera sido decente, para que no le negaran su voto quienes pudieran creer que definirse así en el siglo XXI resucitaba la dialéctica guerracivilista.
Parte del Gobierno, desde la vicepresidenta o Rubalcaba, el Fiscal General del Estado, o el presidente de Andalucía, proceden de connotados franquistas.
Seguramente hay tantos hijos de franquistas o de rojos en el PSOE como en el Partido Popular. Y revivir ese sangriento pasado haciéndose la víctima para atribuirle al rival la función de verdugo es más inmoral que cualquier crítica de Rajoy –nieto de galleguistas—a la política antiterrorista del Gobierno.
El diario “El País”, hasta ahora entregado a ZP, ha tenido que pedir perdón este domingo por un artículo y un dibujo suyos que igualaron al PP con ETA: matar al padre Edipo, igual que De Juana, estaba llevando demasiado lejos.
Está claro que en el siglo XXI lo importante es vender y saber venderse. Lo demás son minucias.
El Sr. ZP, lo tiene claro, si logra vender la versión de que él y los suyos son victimas y el PP y los suyos son verdugos, los votantes le van a compadecer y le van a votar.
Otra cosa muy diferente es la realidad, pero en esta realidad, algo tienen, todos, que ocultar cuando no hacen una relación de todos los políticos, de la izquierda, con su historial político (incluso profesional)y, lo reparten entre los votantes para que estos decidan.
La política es algo muy sucio y en donde todo vale (excepto lo que pueda afectar personalmente a los políticos).
Si en las próximas elecciones lográsemos que hubiese más votos en blanco que válidos quizá les hiciese recapacitar.
Publicado por: Un realista | miércoles, 14 febrero 2007 en 17:24