Parece que los jueces franceses exonerarán próximamente al semanario humorístico Charlie-Hebdo de la acusación de insulto a la comunidad musulmana por publicar caricaturas de Mahoma, rechazando así las denuncias de la Mezquita de Paris y de la Liga Islámica Mundial.
Al menos hasta que le lancen nuevos ataques, que cada vez serán más virulentos, la libertad de expresión se mantendrá en la racional Francia, donde se considera que las emociones colectivas religiosas, políticas, deportivas o de otra índole, pueden someterse a crítica y sarcasmo.
Mucho antes de que el islam sufriera esas chanzas venía soportándolas el cristianismo, cuyos fieles las aceptan resignados, con alguna excepción poco notable.
El islam protesta virulentamente: las caricaturas de Mahoma publicadas en el periódico danés Jyllen Posten fueron respondidas por muchos creyentes con una terrible explosión sangrienta.
Entonces, buena parte de los acobardados europeos se asustaron y estaban dispuestos a empezar a renunciar a algunas libertades para evitar toda violencia.
Pero Charlie-Hebdo reprodujo esos dibujos y añadió otro en el que Mahoma, viendo esas reacciones violentas, decía que era una desgracia tener fieles tan imbéciles.
En el juicio al semanario volvió el sentido común, y desde conocidos intelectuales hasta Sarkozy apoyaron a su director, Philippe do Val, y proclamaron que ninguna creencia podía limitar la libertad de crítica.
Libertad que debe ser igual para todos y en todos los lugares. Por lo que también tiene que respetarse en España a Leo Bassi, chillón y vulgar comediante, autor del espectáculo anticristiano “Revelación”. Y también debe protegerse, evitando boicotearlo, el trabajo de Paco Rubicanes, el de “me cago en España”.
Quienes se sientan heridos por ellos, que no asistan a sus funciones y que exijan democráticamente que no se subvencionen esos espectáculos con dinero público: es suficiente.
Genial, como siempre. No se puede decir mejor. ¡Viva la libertad!
Publicado por: Anna Castelló | lunes, 19 febrero 2007 en 18:43