Poderoso caballero es don Dinero, pues él rompe recatos y ablanda al juez más severo, decía Quevedo en el siglo XVII.
El periódico español que más se vanagloria de denunciar la especulación urbanística distribuye habitualmente encartes que promocionan enormes bloques de viviendas ilegales que invaden a playas y costas vírgenes.
El diario que más presume de apoyar la moral y las buenas costumbres predicadas por la Conferencia Episcopal publica incitantes anuncios de prostitución y de sus variedades más extravagantes, imposibles de encontrar en sus colegas más escandalosos de Holanda, Reino Unido o Francia.
Antiguamente, cuando a los sacerdotes dados al pecado carnal les afeaban su conducta, la hermenéutica les ayudaba: “Haced lo que yo digo, no lo que yo hago”, contestaban ellos.
Hipócritas: no querían dar testimonio personal de las lecciones de moral que impartían. En España poca gente, y menos las instituciones gestionadas por políticos, son íntegras. Y los consecuentes suelen ser víctimas de crueles chacotas.
Algún día nos asombrará, si se desvela, la corrupción económica a la que han llegado todas las instancias, de arriba abajo, gobernadas por cualquiera de los partidos.
Y ello, al margen de la putrefacción que provoca el amiguismo y la endogamia entre personas que no roban la caja, pero que usan su cargo para favorecer a sus allegados y al partido en el que militan sus amigos.
Aunque cuando se les oye en los mítines, en las llamadas al voto, parecen ejemplares, impolutos por la honestidad de sus ideas y proyectos.
En realidad, están labrándose un futuro confortable, especulando, quizás obteniendo beneficios de su propia prostitución, como ese periódico tan piadoso.
Si ya sabemos lo que buscan ustedes, hombre… No nos den, encima, lecciones de moral. ¡Pero qué cínicos e hipócritas son ustedes!
Rejeitarom-lhe o seu último panfleto senhor Molares?
Publicado por: Fer | martes, 12 diciembre 2006 en 11:29