En Cuba no se habla de la muerte de Fidel Castro. Se alude solemnemente al Hecho Biológico. “Algún día se producirá el Hecho Biológico y los cubanos quedaremos eternamente huérfanos”, se oye en los ardientes mítines habaneros.
La masa da gritos de dolor, seguidos de guiños disimulados de alivio y de frases secretas al oído: “¡Ya, cuanto antes!”.
Todos los tiranos se aferran a la vida. O los aferran con determinación inhumana. Como fue la tenebrosa agonía de Franco, a quien “el equipo médico habitual” dirigido por su yerno, Martínez-Bordíu, le cortaba todos los días pedacitos de tripa esperando hacerlo inmortal.
El yerno intuía que sin el Caudillo su desinhibida hija mayor terminaría bailando de folclórica en Televisión Española, como así fue. Numerosos políticos dicen ahora que sus bien pagadas piruetas no son un servicio público. Claro que sí: son lección edificante. “Sic transit gloria mundi”, uséase, no semos naide, Generalísimo.
El fidelismo presumía de su sistema de sanidad pública. Pero para cuidar al Compañero Fidel tenían que enviarle desde hace varios meses medicinas y equipos desde Madrid.
Y hace unos días tuvieron que ponerle el avión presidencial cubano a un médico madrileño, que viajó a La Habana con máquinas y medicamentos de su hospital público, bajo reaccionaria administración derechista.
Medios como los que se usan para curan a los ciudadanos anónimos de su comunidad autónoma, e incluso a numerosos inmigrantes indocumentados que nunca cotizaron a la seguridad social: la medicina pública española es así.
Medicina vanguardista cubana: como los “médicos de pies descalzos” chinos, semianalfabetos que administraban aceite y concha de tortuga, y bendecían al enfermo imponiéndole el Libro Rojo de Mao.
Un año antes del hecho biológico de Franco los médicos tuvieron que atenderle una tromboflebitis durante casi un mes. Tras su aparente curación volvió al poder. Como podría hacer Fidel, quien parece estar mejorando, según el médico español.
Aunque pronto necesitará no un Martínez-Bordíu, sino cuidados paliativos para los que en Madrid hay conocidísimos especialistas.
No me cansaré de decirle que usted es genial. Que tiene numerosas sutilezas sus annálisis, llenos de sabiduría, humor y cierta mala leche. Gracias.
Publicado por: Carles | viernes, 29 diciembre 2006 en 15:21