Elija usted a quien creer: al periódico El Mundo, que descubrió la trama de los GAL y que afirma que tras los atentados del 11M hay otros autores aparte de los islamistas, o a El País, que no informó durante mucho tiempo del GAL, y que asegura que tras el 11M sólo están los terroristas religiosos.
Se puede confiar en El Mundo, que denunció la ocultación al juez del 11M de la presencia de ácido bórico en un refugio de etarras y en otro de islamistas.
Pero también en El País, que defendió esa ocultación al considerarla irrelevante porque despistaría al juez, y acusó de falsificación a los peritos que detectaron el producto y alertaron sobre su existencia. Aunque sus superiores, que ocultaron esa prueba aparentemente poco valiosa, son ahora los acusados.
Por otra parte, El Mundo descubrió que alguien desde dentro de la policía alertó a ETA de que iban a detener a uno de sus cobradores-chantajistas. Quizás para no enturbiar las negociaciones del Gobierno con ellos. El País fue siempre a remolque de esa información, a la que evita darle importancia.
El Mundo reveló una trama de corrupción policial dedicada a la venta de explosivos y drogas, y que podría estar vinculada a los atentados del 11M, según afirma.
Por el contrario, El País acusa a los policías que informaron a El Mundo de presentar la denuncia para ocultar su propia corrupción: ellos serían los traficantes.
En este ambiente, el Partido Popular apoya las informaciones e interpretaciones de El Mundo, y el Partido Socialista las de El País. Los jueces actúan como si a veces leyeran un diario, y otras, al otro.
Todo son dudas. No se sabe a quién creer. Lo que parecía claro, está oscuro, y sólo tenemos por cierto algo terrible: que hay policías que trafican con explosivos.
Excepcional síntesis para un tipo como yo que, ante tanta información, sinceramente, no sabía ni de lo que discutían unos, ni lo que decían los otros. Cinco párrafos de lectura y, en un par de minutos, he obtenido la información más completa y claramente posible del asunto.
Todo lo demás, dado el presente, se convierte en artículo de fe. Aunque cierto es que es una fe profunda la que también se empeña en negar la fe de El Mundo. Todo es realmente curioso... Yo me imagino un papel en blanco, un niño, un examen, unos escasos conocimientos y un enorme esfuerzo los cinco minutos antes. Y contemplo dos reacciones:
Que al niño se le dé por hacer garabatos infinitos, o que el profe acceda gustoso a obligarlo a hacer el examen con unas lentes opacas... Por eso de que pueda leer bien las preguntas
Publicado por: paramecio | domingo, 10 diciembre 2006 en 17:40