Hay que leer en Gara los escritos del cura vasconavarro Jesús Lezaún para entender cómo el nacionalismo confundido con la religión genera ira y odio, igual que en Oriente Medio o en la exYugoslavia.
No deberían sorprendernos los ayatolás o los imanes que ordenan la destrucción de los impíos si tenemos aquí a nuestros Jesús Lezaún, tan parecidos.
Aunque, por fortuna, ya no tienen el terrible poder que ejercieron durante el primer franquismo, cuando ejercieron el nacionalismo en nombre de España. Con hábitos, discursos y actitudes iguales a los que usan ahora en nombre de Euskadi. Armas, tiros, brazos en alto o ikurriña, qué mas da.
Jesús Lezaún escribe artículos en el equivalente abertzale del Arriba de los años 1940. Acusa a quienes no son abertzles de sembrar vientos, por lo que recogen tempestades: de sangre y muerte.
Todos los que no comulgan con él ni con los 300 curas abertzales que forman la iglesia nacionalsocialista “Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria”, merecen desprecio. Los españoles y España “se desharán en la infamia”, pronostican.
Este es el cristianismo de estos padres compadres que propugnan sus guerras santas. No para servir a su Ser Supremo, como los islamistas, sino al dios pagano Aitor, al que asignan una ideología racista, cargada de odio hacia los que creen inferiores.
Es inevitable el recuerdo del cura Santa Cruz, aquél que cometió crímenes tan horribles que al no poder controlarlo ya, los carlistas, a los que pertenecía, lo condenaron a muerte. Él respondió asesinando a familiares de quienes lo juzgaron.
Lezaún y los suyos afirman que “el problema no es el llamado terrorismo de ETA, sino la situación injusta del Pueblo vasco”. Con gente así se busca paz.
Este es el nacionalcatolicismo perenne: sirvieron al carlismo, al primer franquismo, y ahora, que nadie se engañe, al bárbaro Aitor.
Cuánta, cuánta razón tiene usted. Yo, por si acaso me encuentro a alguien así, y mientras el Papa y la Iglesia no excomulguen a estos indivíduos, he dejado de acudir a misa o a cualquier ceremonia religiosa.
Publicado por: Carles | sábado, 09 diciembre 2006 en 11:27