Soy el Toro Júbilo, al que torturarán y matarán este sábado en Medinaceli, en Soria, pueblo célebre porque fue durante muchos años frontera entre moros y cristianos.
Escribo este testamento para protestar porque harán allí un espectáculo horriblemente cruel a mi costa, uno de esos festejos anuales de origen desconocido y crueldad inaudita con un toro envuelto en fuego.
Me gustaría que quien me lea reflexione y que ayude a que esta brutalidad acabe, como ocurrió en tantos lugares de esta vieja España salvaje, cruel y sanguinaria.
Porque, sépalo, el sábado será el día en el que me torturarán y aterrorizarán durante más de una hora enloqueciéndome con bolas de estopa que arderán en mis cuernos mientras huyo enloquecidamente de mi mismo en círculos, tratando de librarme del suplicio.
¿Qué mal les he hecho yo a estas buenas gentes de Medinaceli para que me traten así si, aunque no doméstico, soy un animal que siente igual dolor que sus perros y sus gatos?
Imagínese que alguien le inmoviliza a usted. Y desde su impotencia ve como ese alguien incendia una parte de cualquier ser vivo que usted ama. No necesita un humano. Solamente a su animal de compañía.
Escuche usted sus aullidos de sufrimiento y angustia, olfatee el olor de su piel quemándose, y note como va perdiendo fuerzas y gimiendo cada vez más aterrorizado, mientras quien arremete se goza más y más con su crueldad infinita.
Eso es lo que me hacen a mi, Toro Júbilo, hasta que al final me matan, eso sí, sin presencia de niños, que ya gozaron con mi agonía envuelto en llamas.
Mi muerte ya es inevitable, pero usted que me lee, haga algo para que no haya Toro Júbilo en 2007.
Quemar al toro o torearlo... Arrojar cabras desde un campanario, o arrancar la cabeza de una gallina boca abajo, a base de tirones con las manos desnudas...
Al final es lo mismo, los Españoles seguimos en el siglo 18 en lo que al trato para con los animales se refiere.
Publicado por: Sanders | sábado, 11 noviembre 2006 en 21:01