Es fácil identificar al personaje-tipo de la extrema derecha: desprecia a las razas no blancas y a los judíos, considera un poquitín equivocado a Hitler, y quiere devolverle a España el nacionalismo del beato Franco obligando a los ciudadanos a que se consagren a esa falsa patria que creó con devoción religiosa, lingüística y cultural.
Se busca al otro lado, en el contrapeso de la extrema izquierda, y no está. Ha desaparecido. Pero su lugar ha sido ocupado por algo sorprendente: lo lerdo como ideología. La Extrema Lerda.
Claro que tampoco hay derechas e izquierdas fácilmente distinguibles. Ejemplo de discurso tradicional invertido: Rajoy y su derecha teórica protestan contra la subida del precio de la luz que desea el Gobierno de RZ, supuestamente izquierdista, y que favorece a los patronos mientras empobrece a las clases trabajadoras.
La izquierda y la antigua extrema izquierda marxista-leninista son ahora marxista-ladrillistas, agitadoras de masas que obedecen ovinamente consignas simples y vehementes, ordenadas desde algunos medios informativos con buenista tono clerical.
“No al hambre”, “No a la guerra”, “Ecologismo”, “Antiglobalización”, “Aznar, genocida” “Cuba con Fidel”, “Israel, asesino”: eslóganes para pastorear rebaños con emociones, pero sin arquitectura ideológica.
Manadas desconocedoras del hambre fuera del lema limosnero: ignoran las razones de origen geográfico y cultural de la miseria; ecologistas arrebatados, sin idea alguna de biología, o pacifistas y feministas que maltratan a sus familias.
En regiones con secesionistas, la extrema derecha se vuelve nacionalista, derechista e izquierdista. Su “No a la guerra” mata, si conviene, en nombre del sagrado mundillo folclórico
Sierva de una ideología negativa, como la definió Octavio Paz, la desaparecida extrema izquierda es ahora Extrema Lerda.
Un extremismo bobo que califica de extrema derecha a quien discrepe de él, y que obedece ciegamente a consignas falsamente progresistas fabricadas para lerdos pavlovianos-robóticos.
Como ejemplo el programa de 59 segundos que acabo de ver: Ernesto Ekáizer, E.Sopena, y Miguel A. L. A. extrema del más puro lerdismo. El landismo lo conocíamos, el lerdismo lo ha descubierto Molares y yo procedo a poner estos tres ejemplos. El lerdo se caracteriza por:
1) La razón en base a su ausencia: El lerdo, sin base alguna, siempre cree tenerla.
2) Por tanto el lerdo no necesita más razones que darla por poseída, pero impermeabilizándose para constatar su lerdismo, ataca por pura envidia:
3) Pedro J. es la presa común del lerdo. A las razones, -mejores o peores-, el lerdo responde entonces con la razón másica o masiva: "Somos tres lerdos contra uno, más evidencia si cabe de tener la razón precisa"
4) Las referencias personales se "triplican" hasta rozar el insulto... La continencia del lerdo es del todo inviable.
5) La viabilidad del lerdo para llegar a alguna razón, por tanto, se esfuma. El lerdo sin razones tiene que sumar adeptos en ausencia de ideas: Adoctrina.
6)El proceso de adoctrinar en suma consiste en dirigirse directamente, ya no al público, sino a los televidentes que hay tras las cámaras, y a la propia moderadora: "Sumaos a mi causa", parece decir Ernesto Ekáizer que ha pasado de debatir, a mirar a la cámara y a la moderadora: Los otros dos lerdos lo acompañan: Es el vano y último intento desesperado por sumar al lerdismo a más gente: "¡Un lerdo más, más razón si cabe!"
Toda la razón del lerdo es instintiva: Miedo a quedarse solo. No hay más que eso. 59 segundos ya no tiene a Mamen, -persona perfectamente amoldable al gusto progre, esto es, sin personalidad alguna-, sino que tiene a Ana Pastor, una sociata que no es progre al uso. Ana Pastor tiene arrojo y sentido de la justicia, y si bien su punto de mira aún puede afinarlo, lleva la máxima del respeto al tiempo hasta sus últimas consecuencias. Dado que tiene voluntad propia, y no creo que deje que se la nieguen, es posible que más tarde o más temprano peligre su puesto de trabajo...
Isabel San Sebastián, con un comentario fácil y obcecado, -la obcecación siempre es sumamente simple-, tira a la diana directa que es la presentadora, y le da vida al lerdo, que saca del hecho en limpio jamones, chorizos y todo tipo de embutidos que tan propios le son a sus graznidos e improperios. Ana Pastor le dio siempre la palabra y la empujaba a no rezagarse, pero Isabel, en vez de continuar con sus argumentos, se lanzaba a la pocilga: En la pocilga el lerdo siempre gana.
- No, no, no... -Exterioriza la San Sebastián
- Sí, Sí, sí -Interioriza la piara entera. Aire y bellotas: ¡Cuán ricas todas!
No y no: Ana Pastor no tuvo culpa alguna. La vida a los lerdos se la dio Isabel durante el programa, parándose donde Ana Pastor la empujaba...
Publicado por: paramecio | jueves, 09 noviembre 2006 en 02:30