Prensa, radio y televisiones del principal grupo informativo prosocialista difundió como gran exclusiva días atrás una carta atribuida a un etarra que supuestamente había compartido celda con José Ignacio de Juana Chaos, pidiéndole que no antepusiera su deseo de libertad individual a la necesidad de que triunfe el “proceso de paz” entre ETA y el Gobierno.
La carta acusaba a De Juana de mantener una postura falsamente heroica con su segunda huelga de hambre para provocar que los jóvenes proetarras acudan al terrorismo callejero que puede truncar las negociaciones.
Si usted analiza el texto le queda la sensación de que parece redactado por el Gobierno. Más claro: los reproches dirigidos al asesino de 25 personas están demasiado elaborados, y coinciden exactamente con lo que el ministro del Interior quisiera poner en boca de un antiguo terrorista.
Tras llegar a esa conclusión, el lector queda desolado recordando la historia de ese grupo periodístico cuyas noticias se creían porque estaban avaladas con fuentes creíbles y no anónimas, y porque las separaban de sus opiniones e intereses.
Por extensión, y si se está atento a las grandes empresas informativas, se descubre que casi todas sirven ya a los políticos que favorecen a sus negocios, periodísticos, industriales o inmobiliarios.
Quizás la carta sea verdadera. Pero ya no se confía en quienes la hacen pública. Porque su opinión e intereses han invadido la información, y esta defiende incondicionalmente a los políticos protectores.
Antes se divulgaban los hechos relevantes, sin cálculo de las consecuencias ideológicas. Ahora, la información ataca al contendiente para proteger al aliado.
Ojalá que este cáncer que destruye irreversiblemente la credibilidad informativa de los grandes medios no se extienda a los regionales y provinciales, que son aún la reserva mayoritaria del periodismo más independiente.
Desde luego, cada día me fío menos de El País, la Ser y todo ese grupo. Y yo que ví esa carta también quedé con la idea de que era falsa.
Publicado por: Carles | sábado, 18 noviembre 2006 en 15:55