« La calma de los corderos | Inicio | El velo contra Straw »

martes, 10 octubre 2006

Comentarios

Fuente Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.

Razón no le falta. La tiene toda y en su justo término, al menos, con este magnífico post que acabo de leer. No pretendo yo enmendarle la plana, pero voy a sumarme a ella de escasa forma: Estos chicos del botellón que tanto beben, -no los que simplemente destrozan-, no se quieren, sencillamente.

Esa misma mugre de la que habla los suele detestar señalándolos con el dedo porque les sobra falange en el reverso de la mano: La falange de adjudicarles lo que ellos son: Detestables para ellos mismos e inoperantes.

Nuestros jóvenes son consumistas, y así se ven: eso lo dicen todos los sociólogos, y así responden ellos detestándose.

Hay otros "jóvenes" que -habiéndose enfundado la camiseta del Che- perecen de viejos de la forma peor: La del espíritu que negándose a percibir su propio odio señala ennegrecido la supuesta vejez del contrario. El contrario es cualquier generación que les pueda robar lo que a buen recaudo ellos guardan: Una inoperante supervivencia. Nuestros artistas tan sólo son un ejemplo.

Y he dicho "nuestros", si bien sus vidas, ni me corresponden a mí, ni -lo que es peor- les corresponde a ellos... A quien sólo busca sobrevivir tan sólo le puede corresponder su propio miedo, y, por tanto, el refugio en la manada, como usted bien indicaba el otro día.

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Mi foto

TRADUCTOR

Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

septiembre 2022

lun. mar. mié. jue. vie. sáb. dom.
      1 2 3 4
5 6 7 8 9 10 11
12 13 14 15 16 17 18
19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30