Bertrand Mairsson se hizo antropólogo en la Sorbona, en París, y tornó a su Haití natal para investigar científicamente el vudú. Negro, guapo, refinado, había enamorado a muchas de sus compañeras francesas.
Tras su vuelta desapareció misteriosamente durante un mes y reapareció convertido en zombi, ser sin alma, cuerpo torpe pero utilizable en horribles experimentos, esclavo de José Croitiere, el más poderoso “bokor” (brujo satánico) de Les Cayes, pueblo de Bertrand.
Es un harapo que camina a trompicones, con las manos temblorosas por delante para protegerse de sus constantes caídas, nublados ojos vacíos, boca desdentada, cuerpo purulento. Balbucea palabras ininteligibles y a veces emite gritos horribles. La gente dice que su amo lo mató y lo trajo del otro mundo, pero es víctima de una droga que los “bokor” extraen de un pez.
Jesús Collado-Asún, era médico. Sus compañeras le llamaban Dr. Barnard por el parecido con quien hizo el primer trasplante de corazón, y porque le darían el suyo si él lo necesitara.
Investigó el vudú a su manera y hoy es zombi, ser sin alma, cuerpo torpe pero utilizable en horribles experimentos, esclavo del Tío Marcos, brujo en el vertedero de Las Barranquillas, supermercado de drogas de Madrid.
Comenzó experimentando con morfina en el hospital. Lo despidieron. Pasó al pequeño trapicheo para pagarse la heroína. Tío Marcos supo que era médico y le dio droga gratis para que atendiera a sus dos hijos moribundos de sida. Cuando fallecieron el médico era innecesario, pero la droga era la vida para quien fuera el Dr. Barnard.
Es un harapo que camina a trompicones, con las manos temblorosas por delante para protegerse de sus constantes caídas, nublados ojos vacíos, boca desdentada, cuerpo purulento. Balbucea palabras ininteligibles y a veces emite gritos horribles.
Vuelve a sorprenderme usted con este escalofriante artículo. Enhorabuena.
Publicado por: Carles | lunes, 16 octubre 2006 en 15:08