Una fundación apolítica, una organización independiente o un mecenas no comprometido con el pasado podrían facilitarle a los españoles la verdadera Memoria Histórica de la República, la Guerra Civil y la represión del franquismo patrocinando unas “Justas de Historiadores”.
Se trataría de que, tras asistir a unos combates dialécticos, los ciudadanos pudieran ejercer la que antes se llamaba “Justicia de Dios”, dictamen sobre los vencedores de tan singulares enfrentamientos.
Los romanos hacían competir a los poetas en los Ludi Florensei, los nobles medievales luchaban por su verdad en las justas caballerescas, y los teólogos se desafiaban para demostrar si los ángeles tenían o no sexo, o las mujeres alma.
Antes de la Ilustración se contendía frecuentemente así. Y ahora, en la racionalista España no hay desafíos para contrastar los estudios sobre una época de la que tanto se habla, para que cada persona pueda tener opinar documentadamente sobre ella.
Porque recibimos informaciones contradictorias. Los especialistas son entusiastas o detractores de la República, o de los rojos, o de los azules. No hay término medio. En cuanto a Franco, hay quienes creen que fue un genocida comparable a Hitler-Stalin y quienes lo defienden hasta querer proclamarlo santo.
Muchos demócratas de tradición izquierdista creemos que el franquismo fue una abominación, pero nos dicen que la otra parte azuzó su levantamiento: comprobemos hasta qué punto. Seamos los dioses de la caballeresca “Justicia de Dios”.
Es tiempo de ver, en pausadas justas de sabiduría, al historiador antifranquista Francisco Espinosa frente a su detestado neofranquista Pío Moa, por ejemplo; a Ricardo de la Cierva discutiendo con Paul Preston; a Luís Suárez con Andreé Bachoud; a Stanley Payne con Santos Juliá.
Recordando la dramática historia familiar de cada uno, ejerzamos moralmente la “Justicia de Dios”.
Creo que lo del alma de las mujeres no es cierto. No sé mucho del tema, pero hace relativamente poco leí que lo más parecido a eso en la historia de la iglesia Católica fue que, en un concilio, un "ponente" pretendía que, cuando en la biblia aparecía la palabra "hombres" u "hombre", no se incluía a las mujeres.Todos los demás se mostraron en contra de dicha ponencia y ahí se acabó el tema. Parece que ahora se utiliza ese "mito" para desprestigiar a la iglesia Católica.
Publicado por: María | viernes, 29 septiembre 2006 en 17:22