Enrique Múgica, que pasó dos años y medio en las cárceles de la dictadura, que tranquilizó a los militares antes de la muerte de Franco explicándoles cómo sería la democracia, que fue ministro de Justicia y uno de los dirigentes socialistas más respetados, ahora, según el zapaterismo, es un resentido y un traidor al partido.
Personajes que se escondían cuando Franco vivía o que cobraban del régimen ahora le llaman renegado porque ha presentado un recurso en el Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatuto de Cataluña.
Un trámite elaborado con el asesoramiento de grandes constitucionalistas que creen que, al menos, 112 artículos y cuatro de sus disposiciones podrían ser inconstitucionales, lo que tendrá que dictaminar ese Tribunal no dominado por obsesos, precisamente, de lo español.
Lo que ocurre es que el Estatuto proclama Cataluña como nación, algo que hasta ahora era solamente España, y le concede a sus instituciones poderes que le restan importantes derechos constitucionales a los españoles no catalanes. Con bendición zapateril se dividen los ciudadanos en catalanes de primera, como ya eran los vascos, y el resto de españoles, de segunda.
El ataque más malévolo contra Múgica vino de un charnego catalanizado, José Montilla, cuyo mayor logro fue que la Caixa le perdonara una gigantesca deuda al PSC a cambio de favorecer la OPA de Gas Natural sobre Endesa. Mediación por la que iría a la cárcel en países como EE.UU. o el Reino Unido.
Montilla sugirió que Múgica estaba marcado por el rencor, porque ETA había asesinado a su hermano Fernando, y que era Defensor del Pueblo gracias a Aznar, cuando fue elegido por las tres quintas partes del Congreso y del Senado en 2000, y reelegido por las mismas cámaras en 2005.
Qué desdoro: sólo olvidó recordar que apellidándose también Herzog deberían deportarlo a Auschwitz.
Así es la vida queridos amigos. Cuando me favoreces eres justo y cuando me criticas traidor.
Nuestra democracia es aún joven y no asentada como se dice. Nuestra democracia adolece de la esencia democrática y está gobernada por intereses partidistas y, a su vez, esos intereses partidistas movidos por el interés de unos cuanto/as que manejan el partido y que les molesta la crítica o la oposición.
Alguien lo dijo que vale más la carara una vez colorada que cuanrenta amarilla.Hicimos transición sin ruptura y hemos llegado a esto, algo parecido a lo que debe de ser.
Nuestros políticos, en general, no estan interesados por la democracia, estan interesados por la dictadura (disfrazada) de los partidos que es lo que ellos manejan a su antojo.
Lo tenemos difícil porque son ellos los que han de buscar una solución que no les interesa. El pueblo, el votante, esta huérfano de poder para poder hacer algo.
Publicado por: Un realista | martes, 26 septiembre 2006 en 13:21