Los cronistas más perspicaces, desde Quevedo hasta Camba, desde el Víctor Hugo hasta Don Jorgito Borrow, escribieron que la soberbia de los españoles les impedía reírse de si mismos.
Por esa incapacidad el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz-Gallardón le ha retirado la invitación para actuar en el Teatro Español a Pepe Rubianes, cómico que en la televisión catalana gritó “me cago en España” entre otros improperios escatológicos contra “los putos españoles”.
La falta de sentido del humor de Gallardón corresponde a una obsesión de las autoridades nacionales para mantener la dignidad enhiesta. Al contrario, las masas populares aman el ridículo: véanse los programas de testimonios en las televisiones.
El alcalde ha cedido ante numerosos ciudadanos indignados porque Rubianes iba a actuar, precisamente, en el Español, el histórico teatro municipal, con su función “Lorca eran todos”, sobre la vida y el asesinato del poeta.
Retirarle la invitación demostró falta de sutileza, de ironía: se ha perdido la ocasión de hacerle ingerir todas sus defecaciones, justamente, dentro del Español que tanto odia.
La ausencia de sátira municipal será interpretada como censura ultraderechista hacia un espectáculo sobre García Lorca que posiblemente es como su promotor: de baja calidad. Escuchado Rubianes y sus toscos razonamientos se deduce que es un mediocre que no podría hacer nada digno con Lorca, y que debería ser masacrado por la crítica.
Ahora, muchos ciudadanos seguirán ofreciendo una imagen de intolerantes e inquisidores a quienes serían verdaderamente intolerantes e inquisidores si los insultos de Rubianes hubieran ido contra sus tabúes.
Los inteligentes con sentido del humor dejan que se estrellen sin ayudas personajes como éste, o como el insoportable Leo Bassi, al que unos ayatolás cristianos le pusieron una bomba en otro teatro de Madrid.
Los españoles ganarán mucho cuando sepan reírse de si mismos, de las patrias, especialmente las autonómicas, de Mahoma o de San Pedro. Y cuando dejen que los cómicos zarrapastrosos ingieran sus propias deposiciones.
Exacto, lo que hay que dejar es que se estrelle, pero tampoco que se le subvencione con dinero publico como pretendia Gallardon.
Subvencionar a este pillin del Rubianes habria significado que aunque la critica lo retratase, el se iria con los bolsillos llenos.
Que carajo, la gente tiene derecho a mandar a hacer puñetas a este señor.
Ante tan descarado intento de "jugar al victimica Catalan" solo cabe mandarle a freir esparragos.
Lo que hay que hacer con este señor cada vez que abra la boca es simplemente reproducirle sus propias palabras.
Este tio ha destruido la poca reputacion que tenia.
Publicado por: Sanders | martes, 12 septiembre 2006 en 01:44