Seguramente un día había demasiados toreros y un gobierno humanitario decidió darles empleo como bomberos. O fue al revés, había demasiados bomberos y decidieron hacerlos toreros.
No importa: la combinación de profesiones tan diferentes ya es un clásico de los espectáculos cómico-taurinos.
Podría pasar algo parecido con una invención de Rodríguez Zapatero: los militares-bomberos como unidades de acción rápida contraincendios. Van a cubrir la función que le corresponde a la Defensa Civil, institución creada al final del franquismo para desmilitarizar, por fin, las entonces militarizadas organizaciones de emergencia ciudadana.
Y ahora, el mismo PSOE que prometió en numerosas ocasiones desmilitarizar la Guardia Civil, además de no hacerlo, vuelve al primer franquismo y militariza la Defensa Civil.
Crea unidades militares que usurpan la misión de los civiles, mientras se desatienden numerosas necesidades defensivas de España, en creciente peligro por las reclamaciones islamistas de Al-Andalus y por las amenazas de su yihad.
Para los militares el grito de “¡fuego!” no es salir con una manguera en un camión rojo tocando la sirena y la campana. Los del camión rojo aún son civiles. Y deberían seguir siéndolo, aunque a veces puedan recibir ayuda de voluntarios, incluidos los militares.
“¡General Rupert, te necesito!” gritará RZ ante cualquier incendio. Y aparecerá el general para ponerse a las órdenes de un capataz de bomberos, que es quien sabe pelearse con el fuego y que debe disponer de los medios para combatirlo. Aunque quizás ZP pretenda invertir la relación lógica y democrática entre civiles y militares y pone al capataz a las órdenes del general: ¿cómo el primer Franco?
Generales-bombero-torero: si inventamos carreras polivalentes podríamos crear al veterinario-cocinero que mejore los perritos calientes, o al zapatero-aviador que nos lleve de rebajas a Harrods en su avión-zapatito mágico de ceniza gallega cristalizada y usado por la Cenicienta.
Excelente visión, por cierto dotada de una picardía admirable. Muy bueno, Manuel... y cuánta verdad!.
Publicado por: Hang Tucker | martes, 15 agosto 2006 en 06:06