Presidente: su Gobierno ha aprobado el proyecto de Ley de Igualdad entre Hombres y Mujeres y, simultáneamente, ha autorizado que las musulmanas se retraten con velo para el DNI, alegando que las monjas también llevan toca.
Lo progresista habría sido ordenar que todas las mujeres se hicieran las fotos sin tales aditamentos, pero su relativismo ha forzado a las musulmanas de nuestra sociedad a dar un enorme salto atrás. Pronto, los maridos más estrictos exigirán verlas con burka en los documentos.
Pues apruebe la siguiente concesión, que Carrillo dice que el Islam es revolucionario: legalice la poligamia, como piden tantos imanes. Puede justificarla presentándola como un tipo más de matrimonio y de familia sumamente paritarios porque emplea a varias mujeres por cada hombre. Con seguridad, le apoyarán entusiásticamente sus socios de la Alianza de Civilizaciones.
Mientras, para mayores avances occidentales, podría abanderar un proyecto estrella que le haría pasar a la Historia: exigir la igualdad en el fútbol, porque nunca habrá verdadera paridad mientras no jueguen campeonatos mixtos futbolistas y futbolistos.
Vea a las mujeres en el Mundial de Alemania limitándose a aullar, multiplicando ante miles de millones de machistas el estereotipo sexista de la hembra pasiva, descanso del guerrero.
Presidente, use su legendaria audacia para derribar convencionalismos. Exija paridad entre atletas y atletos, butaneras y butaneros, mineras y mineros, canteras y canteros.
Y buscando proporciones para ayudar a las minorías, reserve ya, como piden muchos, el diez por ciento de las plazas de cualquier actividad para gays y transexuales, e instituya la simetría racial según las proporciones de colores humanos en cada localidad, barrio, edificio y vivienda.
Es que cuando uno empieza a inyectarse paridades, Presidente, ocurre como con la heroína: uno se engancha y ya no puede parar.
Muy acertado comentario del Sr. Molares
Publicado por: Filomeno | martes, 04 julio 2006 en 08:24