Cuando hablamos de Madrid y evocamos esa gran ciudad, la vemos poblada por madrileños ariscos y chulescos, olvidando que ellos son nosotros mismos, llegados de toda España.
Porque esa ciudad y su Comunidad albergan más andaluces que Córdoba, más vascos que Bilbao, más cántabros que Torrelavega, más gallegos que Vigo, más canarios que Lanzarote, más castellanos que Valladolid y Toledo sumados, más extremeños que Badajoz, más catalanes que Tarragona. Y así, sume usted todas las comunidades autónomas.
La Comunidad de Madrid tiene en este momento casi siete millones de habitantes, de los que unos 750.000 son inmigrantes extranjeros. Los madrileños con más de tres generaciones no pasan de 1,5 millones, y 4,75 millones son ciudadanos de toda España llegados en el último medio siglo.
Cuando acusamos a Madrid de explotar al resto de España estamos denigrando a nuestros conciudadanos de todas las Comunidades que se lanzaron sobre esa capital para triunfar, y que como efecto secundario la hicieron rica y poderosa.
A Madrid no fueron los mejores de su tierra, no. Pero sí los más competitivos, que al llegar a un ambiente desconocido tuvieron que matarse para salir adelante, seguramente más que quienes se mantuvieron donde nacieron.
Ahora, y tras muchos años de discusiones, la ciudad de Madrid, ha obtenido en el Senado el reconocimiento de Capitalidad, que es como reafirmar que es el lugar central de todos los españoles.
A los que se abre. Para la que nadie es forastero. Y es la capital del 2 de mayo, y la que sufrió el horror de tantos terribles atentados.
Cuando la bombardeaban las tropas de Franco, en 1936, uno de los tres años en los que la machacaron, Antonio Machado escribió: “¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,/ rompeolas de todas las Españas!/ La tierra se desgarra, el cielo truena,/ tú sonríes con plomo en las entrañas”.
Madrid, ciudad cada vez más antipática (zanjas y delincuencia)
Publicado por: Filomeno | viernes, 07 julio 2006 en 11:56