Inspirándose en La cabaña del Tío Tom, el clásico literario estadounidense de mediados del S. XIX, podría escribirse La cabaña del Tío Xabier, que en lugar de centrarse en el negro que tenía alma blanca lo haría en Xabier Silveira, maketo con alma tan abertzale y euskaldún que invita a matar a maketos como él.
El apellido Silveira es tan vasco como blanco era el Tío Tom, esclavo que la bondadosa familia Selby tiene que vender y que cae en manos de unos propietarios brutales hasta que lo rescata una dulce muchacha blanca que lo devuelve a sus adorados amos.
El Tío Tom estaba educado para sentir que los blancos eran superiores y que merecían ser admirados. Lo demostraba tanto que sus amos, claro, lo querían.
Pero no como a un igual, sino como a un buen esclavo. Una herramienta productiva. Como tiene que ocurrir entre los verdaderos euskaldunes y este Silveira, un conocido bertsolari navarro que tiene que ganarse el aprecio de los amos publicando artículos en el diario proetarra Gara, en uno de los cuales confiesa que últimamente echa de menos “el estruendo de doscientos kilos de amonal”.
El negro con bomba blanca, perdón, con alma blanca, el promotor de la paz, está tan educado por la raza superior que defiende que maten a los malvados maketos, negros como él:
“Si un pueblo se defiende, ¿no será que está siendo atacado? Si un pueblo es atacado, ¿cuál es su deber? ¿Dejarse masacrar? ¿Dejar de ser? ¿Dejarse matar en paz con armas que él no puede usar? De eso nada, monada”.
Es la ingenua alabanza del esclavo negro hacia el Ku-Klux-Klan sin darse cuenta de que cuando todos se quiten la capucha lo lincharán rápidamente, tras quedar de manifiesto su negritud.
Los nacionalistas vascos y catalanes, en su fuero interno, desprecian a los gallegos. Su verdadero objetivo es integrarse en Francia, aunque sea en los Pirineos Atlánticos.......
Publicado por: Filomeno | sábado, 08 julio 2006 en 09:36