Por negarse reiteradamente a condenar el régimen franquista, al Partido Popular están haciéndole aparecer como cómplice de una dictadura que murió hace tres décadas, y con la que hoy tiene muy poco que ver.
Tan poco, que quien compare el origen familiar de los principales dirigentes socialistas y de los populares descubrirá a tantos hijos el Régimen franquista en el actual PSOE como los que tiene el PP, a pesar de su fundador franquista, Fraga Iribarne.
Así, el actual presidente del PSOE, Manuel Cháves, es hijo de un militar franquista, y el presidente del PP es nieto de un galleguista, redactor del Estatuto Gallego de la República.
Con reconocer que Franco fue un dictador y una anomalía histórica, pero que murió de viejo, y no por una revuelta popular, el PP habría resuelto el trámite. E inmediatamente, podría hablar del presente y del futuro, no del pasado.
Porque si Franco fue una consecuencia indeseable de la República, la democracia española actual nació gracias a la Constitución de 1978, tras suicidarse el franquismo.
Condenando públicamente al dictador, cualquier demócrata puede denunciar a quienes, sin haber combatido al franquismo real lo alancean ahora, como moro muerto. Los que de verdad lo sufrieron, iniciaron una nueva vida con la Transición.
Esta es una extraña izquierda que, sin embargo, se negó a reprobar el comunismo en el Consejo de Europa, como pidieron quienes lo sufrieron en el Este europeo.
El presidente del Grupo Socialista en Estrasburgo, el senador del PSC, Lluís María de Puig, se negó a reprobar esta primavera las "violaciones masivas de los derechos humanos" perpetradas por los regímenes marxista-leninistas, que crearon terribles dictaduras y provocaron decenas de millones de muertos.
Al lado de esas dictaduras Franco fue un verdugo de segunda.
Y si medimos a los dictadores por el número de muertos, también Hitler era un santo comparado con Stalin.
El cinismo del comunismo, aunque sabido no es reconocido, por eso yo me indigno cuando veo la hoz y el martillo campeando alegremente y que no se haga nada por eliminarlas al igual que se hizo con las svásticas.
Los símbolos, símbolos son y hacen eso representar algo.
Que se puede esperar de gente que usa como mito un asesino de homosexuales, me refiero al maravilloso Ernesto Ché Guevara.
Mucha gente usa los simbolos sin saber lo que representan. Había un artículo bastante bueno de Pilar Rahola sobre el partícular en una reunión de antiglobalización en Sudamérica.
La cuestión es ¿no saben o no les importa?
Publicado por: Frank | lunes, 17 julio 2006 en 11:39