Los ultranacionalistas catalanes le gritan en Barcelona “Vuélvete a España, puto inmigrante” a un ciudadano en huelga de hambre que pide solamente enseñanza bilingüe para su hija.
Nacionalistas como los caballeros blancos del Ku-Klux-Klan, los buenos de la histórica película de Griffith “El nacimiento de una nación”. El padre pertenece ahora a los malos, que eran los negros perseguidos.
Está brotando una nación en la que el común de los españoles se sentirá extranjero, incluso los nacionalistas vascos y gallegos. Se ha roto con triquiñuelas el proyecto constitucional de que los ciudadanos tuvieran iguales derechos y consideración en toda España.
Caballeros del Ku-Klux-Klan, muchos de ellos descendientes de inmigrantes, negros blanqueados, persiguen a quienes defienden aún el objetivo constitucional. Como Javier Maqueda, senador maketo del PNV, que afirma que “Quien no es nacionalista no merece vivir”.
Una parte creciente de la población de la nueva nación catalana se niega a hablar el idioma de toda España. Autoridades, colegios, institutos y universidades, se expresan sólo en catalán. Se multa a comercios que expiden recibos en castellano.
El Parlament se autoproclama parejo al Parlamento español. Es como si el engranaje de una máquina se declarara emancipado y actuara a veces a favor y otras en contra de la misión principal del artilugio.
Distintos engranajes empiezan a funcionar según lo que cada uno de ellos cree que le interesa. Quieren implantarse como élites de las nuevas naciones. Hay tornillos que se rebelan, y reaparece en Cartagena gente con pasión cantonal, o por lo menos separatista frente a Murcia.
Luego, la inercia de las piezas lanzadas anárquicamente unas contra otras provocará una catástrofe. Yugoslavia empezó con menudencias parecidas.
Todos los Ku-Klux-Klan, limpian armas para cazar esclavos rebeldes, como hizo ETA durante tanto tiempo.
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NOTA DE LA FUNDACIÓN PARA LA LIBERTAD
Carta abierta. Fiscal de la Audiencia Nacional. Juan Moral
Carta: 21.06.2006
Ilmo. Sr. D. Juan Moral
Fiscal de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional
Llevo días queriendo entender por qué usted decidió reducir la petición de condena a ocho terroristas de ETA, el pasado 1 de junio. En concreto de 136 a 61 años.
Como a toda ciudadana normal el hecho me sorprendió, y desde entonces lucho por controlar mi ira. Usted me comprenderá. Dos de las personas beneficiadas por su decisión integraban el comando que quería asesinar a mi padre.
Si el juicio se hubiera celebrado 4 meses antes ¿Ud. hubiera rebajado esas penas? ¿Hubiese modificado su escrito de calificación provisional? Si el proceso que debe conducirnos al fin del terrorismo sufre un revés, ¿Revisará Ud. la condena de estos etarras?
Produce un enorme desasosiego comparar la lentitud de la justicia y su adecuación a las circunstancias del entorno político (lo cual haría sonrojarse a cualquier persona que viva en un país de cultura democrática estable) con la rapidez de ETA para condenar a muerte a los integrantes del movimiento de resistencia al nacionalismo violento vasco que, entre otras cosas, habían conseguido dedicar el único edificio civil que existe en Bilbao a la memoria de una asesinado por ETA.
También me preocupa que este proceso acabe cuestionando la independencia de la justicia. Conozco por experiencia algunas de las cualidades personales que hay que poseer para soportar la presión política o mediática, en definitiva de cualquier poder. El estado de derecho descansa en la creencia de que jueces y fiscales, así como otros profesionales, las poseen. Es una impostura personal, con grave perjuicio social, aparentar independencia de criterio y no tener la dignidad suficiente para vencer las presiones de los poderosos. Lo saben bien las víctimas de estos 8 etarras y todos los que nos hemos educado bajo la máxima de que ninguna injusticia nos era ajena.
Nuestra confianza en que al final siempre se impone la justicia ha sufrido un fuerte revés. Su benevolencia con los asesinos y su dependencia del poder hace que los que expusieron sus vidas, y han vivido con fuerte reducción de sus derechos civiles más inmediatos, puedan encontrarse en un futuro próximo y en la calle, con los que tantas desgracias les han acarreado.
¿Tendré que pensar entonces que tuvimos muy "mala suerte", después de esperar más de 3 años, porque este juicio a los potenciales asesinos de mi padre se celebrara justo durante los meses del "proceso de paz"? ¿No se ha enterado Ud, como los políticos a quiénes sirve, de que en el País Vasco nunca pedíamos paz los que luchábamos por la Libertad?
Deseo, de todo corazón, que su dignidad profesional no permita a sus fuerzas volver a flaquear en el futuro.
Rocío Martínez Usategui
Los nacionalistas vascos y catalanes, en su fuero interno, desprecian a los gallegos.
Publicado por: Filomeno | miércoles, 21 junio 2006 en 07:57