Los españoles somos muy estrafalarios a la vista de los extranjeros: gritones, en los bares tiramos los desechos de las tapas al suelo, bebemos como cosacos pero nos emborrachamos poco, casi nadie nos gana a egocéntricos y seguimos creyendo que, para vivir, como en España ni hablar.
También somos pacientes y soportamos sin protestar situaciones desagradables que en otros países provocarían disturbios: estamos traumatizados por la guerra civil, seguramente.
Algo de eso debe de haber: vivimos como acobardados. Las reacciones ante el terrorismo son medrosas, y culpamos más de las muertes a las autoridades que a los asesinos. Recuérdese el 11M.
Y nos creemos conquistadores del sexo opuesto, pero, como amantes, tanto hombres como mujeres, somos vulgares. Los hombres vestimos en serie. Las mujeres, no: saben engalanarse y hacerse atractivas.
Este sería el retrato rápido de los habitantes de España hecho por dieciocho corresponsales de prensa extranjera que llevan muchos años viviendo aquí y que nos analizan como haría un médico de cabecera.
Pero hay algo más: esos corresponsales de ambos sexos adoran España y, en cierta medida, tienen envidia de como somos.
Y se llevarían un disgusto inmenso si sus empresas los obligaran a volver a sus respectivos países: Alemania, Reino Unido, Suiza, Holanda, Francia, México, Estados Unidos, Italia, Portugal y Japón.
Les gustan la alegría de vivir que ven aquí, la amabilidad de la gente, la solidaridad en momentos difíciles, un cierto desprendimiento de todos hacia los demás, la entrega a la familia, y que estamos un poco locos. O, más bien, bastante locos.
Es curioso que esto que ellos aman es, justamente, lo que echábamos de menos casi todos los corresponsales españoles que estuvimos largo tiempo en sus países, como ellos están en el nuestro. A veces parece cierto eso de que como en España, ni hablar.
Todos detectan aquí una calidez que solo comienza a enfriarse, ay, con los nacionalismos, como advierte la alemana Barbara Schwarzwälder, que vive en Barcelona y está preocupada por lo que nos espera.
Lea usted “Vaya País” (Aguilar), libro coordinado por el corresponsal suizo Werner Herzog: le hará reír y pensar.
Probablemente, en el libro que cita Ud. y que yo he leido, se nos pone una etiqueta algo injusta, exageran situaciones y, en algunos casos, ridiculizan otras, del resto no digo nada porque tienen razón y, nos enmartcan en un cuadro de lujo, siempre, con una pincelada de humor.
Probablemente, seamos otra u otras cosas, otras maneras se ser y de comportarse, pero ya se sabe, cuando se trata de caricaturizar se toman aquellos rasgos que más sobresalen de lo común. Será cuestión de mirarse al espejo y mirar más a los demás, pues posiblemente, nos pasa, que nos vamos de viaje al extranjero sin conocernos, antes, a nosotros mismos.
Bueno, la conclusión es que aún existe la España de la pandereta, el sol y los toros con más frecuencia de la que sería de desear pero en conjunto somos así.
Publicado por: UN CULE SIMPATICO | miércoles, 03 mayo 2006 en 10:25