Es posible que la Ley de Reproducción Asistida española reciba una oposición muy suave del Partido Popular gracias a que un famoso cardenal italiano ha roto la bioética tradicional católica al opinar que la vida no comienza en la concepción, sino después.
Que el cardenal emérito de Milán Carlo Maria Martini, de 79 años, considere el condón un mal menor necesario contra el sida es solamente un titular informativo. Como dice también que el aborto y la eutanasia solicitada por quien va a morir no pueden aprobarse, pero tampoco condenarse en casos extremos.
Lo importante es su pensamiento sobre la aparición de la vida: discrepa de la doctrina según la cuál se produce al unirse el óvulo con el espermatozoide.
Como Martini cree que ocurre después, aprueba el uso de ovocitos en estado de dos pronúcleos. Porque para él el embrión no es un ser humano, como afirman la mayoría de los obispos, entre ellos los españoles.
Una opinión que podrían adoptar muchos católicos, y que lleva al uso de células madre y a la manipulación terapéutica de los embriones.
Sobre su visión de la clonación todavía no hay noticia: lo que está publicándose es solo un avance de lo que aparecerá esta semana en el semanario italiano Espresso, facilitado por Sandro Magister, su entrevistador (http://www.chiesa.espressoline.it).
De todas maneras, hay algo que Martini y la bioética cristiana tienen poco en cuenta: el camino que sigue la investigación científica en sistemas morales de base confuciana o taoísta.
Porque los científicos chinos y coreanos, especialmente, tienen menos condicionantes morales que los occidentales para investigar y experimentar con embriones.
Y si obtienen éxitos importantes, seguramente los demás los seguirán. Quizás entonces llegaremos al falsamente feliz y terriblemente inhumano mundo de Aldous Huxley.
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Si las piezas de la Iglesia comienzan a "moverse" en tal sentido... seguramente alcanzaremos el horizonte de Huxley.
Publicado por: Hang Tucker | martes, 25 abril 2006 en 06:13