Fernando Moraleda, el portavoz del Gobierno, ha dicho entusiasmado a un periódico que el zapaterismo es un movimiento postmaterialista: quizás, sin querer, desveló así que ZP ha abandonado la teoría tradicional de las relaciones de producción que configuran el materialismo socialista.
Decía Marx que fuera del materialismo está una caótica espiritualidad: por tanto, la nueva fe del primer ministro rompe con las tradiciones socialistas y con los consensos políticos y sociales duramente alcanzados anteriormente.
Zapatero es un ungido en este misticismo destinado a conseguir que las mayorías se sometan a las minorías postmaterialistas; de hecho, ya ha logrado que la dirigencia socialista abandone el materialismo humanista por la nueva fe.
Francisco Vázquez, reciente embajador español en el Vaticano, católico, socialista y materialista premoderno, admitió implícitamente la existencia de la nueva espiritualidad al reconocer que ZP ofendió gratuitamente al papa Benedicto XVI aprobando la ley de matrimonio –no unión civil-- gay a dos días de su toma de posesión.
Parecería que ZP eligió la fecha para proclamar su vicaría, la espiritualidad postmaterialista que cambió el significado de esa palabra tabú, matrimonio, símbolo de la familia cristiana, monógama y heterosexual.
Ocurre igual con el Estatut de Cataluña, que le impone a todos los españoles las exigencias de los nacionalistas, muy minoritarios en el conjunto España.
O con la ley de violencia doméstica, tributaria de las feministas radicales, incluso minoritarias dentro del feminismo, que castiga al hombre más que a la mujer por el mismo delito.
O con la creación de una asignatura que adoctrinará a los niños dentro de las teorías postmaterialistas y postmodernas.
Ungido con abundancia de óleos, ZP parece sentirse como un nuevo papa: ciertamente, y como sugiere Vázquez, el momento y la circunstancia en los que aprobó el matrimonio gay lanzaron un mensaje simbólico, tiznado de talante, mostrándole su poder al que cree su rival, materialista y premoderno, de Roma.