Por su conocimiento de la humanidad y por su capacidad para amarla y comprenderla es un nuevo Miguel de Unamuno, y por su análisis de los grupos humanos, especialmente de los vascos, es un Baroja, Julio Caro, el polígrafo y antropólogo: así es Jon Juaristi.
Para saber más sobre nosotros, como españoles, y qué destino podríamos esperar, deben leerse las memorias de Juaristi, bilbaíno que a sus 55 años y muchos libros fundamentales, acaba de presentar “Cambio de destino” (Seix Barral).
En él reaparece el último medio siglo de España a través de su familia nacionalista, su paso por la ETA durante el franquismo, su militancia comunista, luego socialista, después liberal y su llegada al judaísmo.
Todo lo bueno y lo malo de España durante este medio siglo lo describe este filólogo, catedrático universitario y poeta convertido en filósofo y antropólogo de texto fácil, brillante, cargado de humor socarrón, de vasta memoria y fuerza descriptiva.
Con él se palpa la transformación de España y de los españoles, que van volviéndose apáticos ante su destino, quizás suicidas por no oponerse a la destrucción de la igualdad entre todos. Y que contemplan pasivos y fascinados la permanencia de mitos nacionalistas recientres que separan, y cuyos extremos son capaces de mantener su terrorismo y chantaje perennes.
Juaristi, el País Vasco y España, podrían enmarcarse en su poema “Spoon River, Euskadi”, poco más largo que un haiku japonés: “¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,/ y por qué hemos matado tan estúpidamente?/ Nuestros padres mintieron: eso es todo.”
Quedan en el aire los motivos más profundos de conversión al judaísmo tras dos décadas de fascinación: cualquiera podría creer que lo hizo porque el hebreo en la vieja España-Euskadi de la limpieza de sangre era lo más vil y despreciable, y él quiso sentirse al lado de quienes son vistos así.