Señor Rodríguez: usted me llamó públicamente fracasada, pero, aunque no le guste, soy la líder del nuevo pensamiento europeo tras el hundimiento del prestigio de los señores Schroeder y Chirac.
La relación de usted con ellos tampoco fue demasiado honrosa. Lo acariciaron a usted como a un político mascota, y después lo abandonaron por el camino.
Para disimular la soledad mira usted hacia La Habana, Caracas, La Paz y, sobre todo, Estambul. El brasileño Lula y los chilenos Lagos y Bachelet sólo son corteses con usted, y Putin únicamente quiere llevarse bien conmigo y con Bush.
Señor Rodríguez: pertenecer a Europa exige homologarse, acompañar a los socios en los momentos difíciles.
Usted sabía que el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, se había negado a comparecer en una conferencia de prensa con su homólogo danés, Anders Fogh Rasmussen, en protesta por las caricaturas de Mahoma sobre las que él no tenía responsabilidad alguna. Porque en su país no tiene periódicos de cámara, como otros.
Y usted se ha aliado a Erdogan, islamista aparentemente moderado, para condenar públicamente a los dibujantes de unas caricaturas que en nuestra cultura son absolutamente normales.
Con esa carta ha traicionado usted al espíritu libre de Europa y al primer ministro Rasmussen llamándole indirectamente provocador por no haber censurado a los dibujantes.
Su fracasada e irreflexiva iniciativa de la Alianza de Civilizaciones ya no tuvo en cuenta a sus socios de la UE ni de la OTAN. Y se encomienda usted a la ONU saltándose a sus aliados. Pretende usted ser el Llanero Solitario, qué ingenuidad.
Corríjase, Rodríguez. Si lo hace, no seré severa con usted. Podrá ser uno de mis políticos de compañía. No lo abandonaré en una carretera, como sus antiguos amos. Y le llamaré Zapatero, en lugar de Rodríguez, como usted desea.
En espera de respuesta, Ángela.