Mientras usted lee este texto deberían tronar los cañones y silbar las balas desde Santurce a Bilbao vengo por toda la orilla, muestra de la guerra criminal que, según ETA, libran los periodistas contra Euskal Herria y que obliga a los abertzales vascos a tener que amenazarlos por informar sobre sus chantajes y atentados.
Debe de ser que los periodistas asesinan las esperanzas en el gran futuro que puede construirse sobre magníficos cimientos: los huesos de casi un millar de cadáveres.
El último boletín interno de ETA, Zubate, breviario litúrgico del terror, publica un documento titulado "Instrumento de guerra. El poder de los medios de comunicación en contra de Euskal Herria” que advierte que los medios informativos, a través de la mentira, la manipulación y la intoxicación, “difunden de manera continua mensajes en contra de la lucha de liberación del pueblo vasco”.
Y Zubate revela lo que debe ser una gran noticia. Los periodistas, en realidad, son policías: “Periodistas-policías que hacen una labor de vanguardia en las campañas que se diseñan desde el Ministerio del Interior”.
ETA nos ha descubierto, nos saca del armario: describimos y denunciamos crímenes, bombas, intimidaciones y los casi mil asesinatos porque somos polis. De la secreta, naturalmente.
Y para neutralizarnos, la organización pacifista ETA tiene que enviar a los jóvenes abertzales a las redacciones de los medios vascos para insultar y pedir “ETA, mátalos”.
Hasta tienen que amedrentar y maltratar a los familiares de algunos profesionales, especialmente si son menores de edad: “A tu papi le haremos púm-púm porque es malo”, le dijeron hace un par de días a una niña.
Pero, no nos alarmemos: son amenazas pacifistas, de gentes comprometidas con la paz, que solo matan para lograrla, y que pronto se rendirán incondicionalmente brazos en alto, como dice Bono que cree ZP.