Para las izquierdas la derecha es el capitalismo, el banquero engordado con intereses, comisiones y embargos, el empresario vampiresco que despide obreros para ganar más.
El PSOE nació para controlar parlamentariamente a quienes obtienen así las plusvalías del trabajador. Por eso, debe desmentirse que los dirigentes socialistas mantengan acuerdos secretos y contra natura con los capitalistas más importantes del país.
Necesariamente tiene que ser falso que Rodríguez Zapatero se reúna con banqueros y empresarios como si fuera Bush en casa de los dirigentes de Gas Natural y de la Caixa de Pensions.
Sería corrupción, situación imposible en un heredero de el Abuelo: ya en los años 1920 la prensa de derechas afirmaba que Pablo Iglesias, el Abuelo, fundador del PSOE, subía a la tercera clase de los trenes vestido pobremente y que cuando abandonaba la estación donde lo despedían los obreros iba a primera y se engalanaba como un señorito.
También tienen que ser falsas las acusaciones de que los mismos grandes capitalistas le han perdonado a los socialistas catalanes veinte millones de euros en créditos impagados. Y que vuelven a darles maletines de dinero a cambio de que les repartan el país, empezando por Endesa.
Tampoco puede ser cierto que el gran capital apoye a los socialistas. Lo lógico es que sostenga a la derecha, a Rajoy. Porque el papel de la derecha es proteger a los capitalistas: ambición y corrupción no son cosa de izquierdas.
Las noticias sobre las comidas secretas de ZP con el capital obedecen a una campaña de los populares para demostrar que el presidente es más derechista que ellos.
Imposible: si las acusaciones fueran ciertas ZP sería un derechista. Pero como son mentira, sigue siendo de izquierdas y defendiendo a los obreros frente al capital.