Tras evocar el artículo 8 de la Constitución, que habla del papel de las Fuerzas Armadas en la defensa de España, el teniente general Mena Aguado, jefe del Ejército de Tierra, cerró su discurso de la Pascua Militar con los dos gritos del ritual: ¡Viva el Rey!, ¡Viva España!.
Superado el alarmista temor inicial al “ruido de sables”, el caso invita a estudiar sus derivadas, como algunos estados mayores.
Circunstancias del acto: la Pascual Militar, en la que Mena era delegado del Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, el Rey.
Fue descortés con el monarca si no le facilitó previamente el texto de su discurso en el que, por otra parte, alabó incondicionalmente la democracia y la Constitución. Aspecto en el que han hecho poco hincapié los medios informativos.
Origen del incidente: hay militares que se consideran leales a esa misma democracia y Constitución, y prestigiosos dirigentes del PSOE, arrinconados pero todavía vivos, que creen que este Gobierno está dando inconscientemente un golpe de estado político al pactar asuntos de Estado muy vidriosos con los secesionistas.
Estrategia: este golpe no ataca frontalmente la Constitución, como un ejército hostil, sino que usa la guerra de guerrillas desmantelando flancos del Estado débiles o mal defendidos.
Daños y bajas propios: cesiones irreversibles en las políticas económica y financiera, lingüística, educativa, cultural, social, e incluso judicial, porque el Fiscal General del Estado no está personándose en causas fundamentales para la legalidad democrática.
La situación comenzó a sufrirse en el País Vasco y se extendió como nube tóxica sobre Cataluña, donde el socialnacionalismo está instaurando un nuevo tipo de Estado-Nación con legislación que tiende peligrosamente al totalitarismo, y que una vez aprobada con ligeras mayorías ninguna sentencia contraria del Tribunal Constitucional podrá frenar.
Contraataque: como la derecha no sabe transmitir este mensaje, importantes militares y militantes socialistas, además de decir ¡Viva el rey!, parecen querer sugerirle ¡A sus órdenes!.
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