Aprovechando el revuelo de la broma radiofónica de la COPE a Evo Morales en nombre de ZP, la Agrupación General de Periodistas de UGT ha defendido la implantación de estatutos profesionales y consejos audiovisuales que sometarán a los medios informativos a una censura como la franquista.
El cronista debe rememorar aquí que fue uno de los cinco creadores en pleno franquismo de esa Agrupación de inspiración socialista, aunque tampoco es para hacerse el héroe: casi todo el mundo conocía nuestra militancia; y nos daban trabajo en medios informativos, incluso estatales, sin preguntarnos por nuestra ideología.
Como entonces había pocos periodistas, tampoco tenían dificultades de empleo los afiliados a CC.OO., el sindicato comunista con el que los ugetistas rivalizábamos para conseguir el protagonismo de la izquierda.
Años después, ya en democracia, algunos fundadores de aquella UGT contemplábamos asombrados la entrada en la Agrupación, camino del poder, de conocidos confidentes de la policía política franquista. Igual ocurrió en el PSOE. Y muchos de los que habíamos estado desde muy jóvenes en la oposición real al franquismo abandonábamos toda militancia, impulsados por la necesidad de ser plenamente libres: Franco ya no estaba, y lo que quedaba en los partidos tenían poco que ver con lo que deseábamos antes. Así nos liberamos doblemente.
Pero los actuales dirigentes de los periodistas de la UGT han ido demasiado lejos: parecen herederos de los censores franquistas. Y ante ellos, ¿qué dirá la prensa extranjera?: el cronista había negociado en Bruselas que aquella mínima representación ugetista se integrara en la FIJ, Fédération Internationale des Journalistes, para que los prosocialistas aparecieran internacionalmente como luchadores por la libertad.
Y ahora son censores. UGT aprueba y estimula la persecución de disidentes, como es la COPE, que tienen el derecho a la libertad que exigíamos, aunque la usen peor. Porque la libertad, incluso para cometer errores, es única e indivisible en una democracia. Sólo los tribunales deben castigar a sus transgresores.
Los dirigentes de los periodistas de UGT quieren cerrar medios informativos: por eso el cronista tiene que advertir y reconocer que la Agrupación que ayudó a fundar se ha vuelto franquista con la cercanía del poder, y quizás del dinero que éste proporciona.