El Gobierno presenta la misión de los militares españoles en Afganistán como la de los Reyes Magos, cargados de regalos, pero al revés, porque ahora van hacia Oriente en lugar de venir, ocultando que ha enviado también verdaderas unidades de combate.
Esa es la misión de una compañía QRF de acción rápida encargada de luchar con los talibanes que amenacen las tropas españolas, pero también a las americanas en Farah, asegura Luís Martínez Viqueira, comandante del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor.
La afirmación aparece en una carta del militar al portavoz de Defensa del PSOE en el Congreso, Jesús Cuadrado, refutando un artículo suyo que apareció en El País en el que alababa a la ONU por sus iniciativas, como la de pedirle apoyo a España para garantizar las elecciones en Afganistán.
El diputado decía también que ningún soldado español tenía que combatir en ese país, donde todos ellos eran muy apreciados por la población.
Por como se porta, la ONU es una entelequia: Martínez Viqueira contesta al diputado diciendo que vivió en Bosnia la traición de la ONU a la población que debía proteger, y a la que asesinaban los serbios. También vio cómo los cascos azules ucranianos explotaban a las mujeres del país como prostitutas, sin que el organismo internacional hiciera nada para evitarlo.
En Kosovo comprobó cómo los funcionarios de la ONU ordenaron quitarle la protección española a los civiles que inmediatamente después fueron masacrados.
También estuvo preparado para acudir a Ruanda cuando se producía el genocidio de un millón de tutsis, pero la ONU prohibió la intervención española y de otros países.
Solo la OTAN, nunca la ONU, evita masacres como las de la antigua Yugoslavia, dice el militar español. Y las tropas están en Afganistán no por petición de la ONU, sino de la OTAN.
Los españoles sólo son tolerados allí porque llevan ayuda, pero nada más. Y que no se engañe a la ciudadanía: los soldados están preparados para evitar genocidios, pero para eso no valen las acciones humanitarias, sino el combate con fuego real y con muertos, que ojalá no se produzcan.
La carta del comandante no se recogió en ningún medio informativo de alcance nacional al que llegó, y posiblemente la de Crónicas Bárbaras sea la única referencia de ella que se ha hecho pública hasta el momento.