Ahora que ya eres Cancillera alemana quiero decirte, admirada Ángela, que soy feminista radical y que siempre te apoyé, aunque, como socialista, me vi obligado a llamarte fracasada por compañerismo ideológico con Gerhard Schröder.
Créeme, Angie: soy compasivo y mi talante hace que me apiade de los débiles. En las últimas elecciones estadounidenses aposté por Kerry, pero sabía que iba a ganar Bush. Solo quería animar al que era demócrata, pero Bush se me enfadó, y entre lo de Irak y algunos feos que le hice, como en Túnez, ahora ya no quiere ni mirarme. Aunque por fortuna conservo buenos amigos en otros países de América.
Tu embajada en España te dirá que suelo errar mis vaticinios políticos. Deberían saber que lo hago adrede, para hacer felices a los demás, porque así es mi talante amable.
Mira mis fotos, Angie: siempre sonrío, y espero que tú me correspondas y que me perdones los malos entendidos por mis pequeñas impericias diplomáticas.
Tampoco me tomes por irreflexivo basándote en deslices como el de mi apoyo al Estatut de Maragall, que eso no te lo hacen a tí en Baviera. ¡Córcholis!, fue como entregarle a un alcohólico una partida de güisqui: entró en delirium tremens.
Otro asunto: yo le regalaba regularmente jamones ibéricos a Schröder. Ahora te los mandaré solamente a ti. Para ti y para tu familia, a la que le vendrán muy bien, porque se que siendo de Alemania del Este sois pobres.
Si deseas veranear en España como tantos alemanes te invito a palacetes de nuestro Patrimonio, aunque deberías ayudarme en Bruselas con la OPA de Gas Natural, ¿vale?.
Perdóname que insista, Angie: soy tan feminista que la mitad de mi gabinete lo forman mujeres, y si vienes a España verás que son chicas lucidas, incluso lúcidas, de Marie-Claire, y pueden llevarte de compras, que eres mujer y tendrás tus caprichitos femeninos
Post-Scriptum: Aprovecho esta nota para pedirte que medies por mí en Washington ante George W.