La valoración social de la corrupción depende casi exclusivamente del poder y del momento que viven sus beneficiarios: un enorme escándalo gubernamental hoy, en otra circunstancia, solo es una anécdota.
Es lo que ocurre con la gran algarabía creada alrededor de los seis millones de euros, mil millones de pesetas, que la Caixa de Pensions catalana le condonó de un crédito al PSC, que tiene como primer secretario al ministro de Industria, José Montilla.
Por el contrario, otro caso descubierto ahora merece el mínimo interés: Caixa Galicia le perdonó 300 millones de pesetas al PP en 1996, cuando José María Aznar llegó al poder.
La anulación de la deuda al socialismo catalán se produjo en 2004 cuando Montilla fue nombrado ministro del Gobierno de ZP, que apoya la OPA de Gas Natural, empresa controlada por la Caixa catalana, contra la Empresa Nacional de Electricidad ENDESA.
Con ese sostén, el Gobierno ZP parece agradecer la reducción de su deuda actuando activamente a favor de los intereses de la Caixa del Principado.
Pero, ¿en qué se benefició Caixa Galicia por condonarle su deuda al Partido Popular?. En este momento, ni se sabe, ni ya importa demasiado. Si no se descubrió en su momento, la denuncia pierde su interés. Ha pasado casi una década, y como el PP ya no tiene el poder, el caso está muerto, aunque el PSOE intente resucitarlo.
La esencia de los escándalos está, pues, en su oportunidad: por eso, los socialistas gobernantes son las víctimas actuales, tras descubrirse el caso de Gas Natural.
Los populares les acusan y no sueltan su presa. Tampoco lo haría el PSOE si la situación fuera a la inversa, porque está claro: denunciar la corrupción solo vale para atacar a quien tiene el poder en cada momento.