El Gobierno quiere asfixiar económicamente a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la principal organización de allegados al casi millar de asesinados por ETA, pero también a muchos de los muertos en los atentados islamistas del 11M.
Es una represalia contra quienes, confiando en la ley, nunca se vengaron de los asesinos, como hacían los dos bandos enemigos en Irlanda del Norte, por lo que se oponen a que se les concedan a los terroristas reducciones de penas en aras de una tregua.
La AVT recuerda que solo el Gobierno que creó los GAL en los años 1980 se vengaba clandestinamente a los terroristas.
Y rechaza enérgicamente el perdón que creen que el Gobierno Zapatero quiere concederle a los terroristas. Para expresarlo, la AVT hará un via crucis por los cementerios en los que hay víctimas del terrorismo, preludio de manifestaciones contra esa posible política gubernamental.
El poder detesta al actual presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, un personaje salido de la España profunda que llora y se emociona constantemente. Él se justifica diciendo que lleva sobre sí la pena de la muerte de su hermano más joven, al que le recomendó que se hiciera guardia civil, y de las dos hijas gemelas de éste.
Pero el emotivo y seguramente imprudente Alcaraz fue elegido democráticamente por las víctimas, entre ellas Irene Villa. No convence a todos los asociados, pero ahí está, representándolos.
El Gobierno y sus aliados periodísticos prefieren potenciar otras asociaciones, especialmente la de Pilar Manjón, una militante izquierdista radical. Es menos numerosa que la AVT y solo para víctimas del 11M. La prefieren porque dicen que Alcaraz sirve al Partido Popular. Quizás sea cierto, al menos, indirectamente: tiene una visión del terrorismo parecida, aunque compartida también muchos militantes socialistas, de los que pocos se atreven a declararlo.
A Alcaraz lo ridiculizan por ser solamente un peluquero, peluquero de pueblo o de provincias. Sí, es un tipo sin avales prestigiosos: como la mayoría de las víctimas del terrorismo, que son gente así, humilde, emotiva, y que merece respeto, mucho respeto.