Los catalanes más nacionalistas podrán poner su dominio de internet punto CAT (www.loquesea.cat), y media España se indigna porque parece iniciar la independencia de su región con respecto al Estado.
Y esa es la intención a largo plazo, apoyada ingenua o subrepticiamente por el Gobierno Zapatero, aunque se diga que solamente es para cultivar el idioma y la cultura de Cataluña.
Pero que internet no entiende de nacionalismos y las cosas no serán como los promotores del proyecto se creen.
Y el Gobierno gallego también logrará su .GAL, que presenta un desgraciado equívoco de letras, y Euskadi tendrá .EUS o parecido. Valencia terminará aceptando su .VAL, y los separatistas asturianos, que los hay, exigirán el .AST, y así todos. Los gitanos podrán pedir el .ROM, de romaní.
Pues muy bien: lo único que conseguirán es aislarse. Si internet es el viaje interestelar, esos identificadores son tranvías de barrio. Para familias endogámicas y aburridas. Mientras, otros visitan y son vistos en países, mundos y estrellas lejanas, que es lo que significa internet.
En la red de redes, y de sus muchos identificadores, ha triunfado sobre todo el dominio .COM, que es para las empresas comerciales, pero en el que entra todo. Hay numerosos países europeos en los que, como en España, los usuarios prefieren el .COM al .ES, que corresponde al país, y que suelen usar como secundario. ¿Por qué?: porque el .COM tiene más alcance, es mundial.
Cuantos más identificadores haya fuera de los dominantes, menos importancia se tendrá en el ciberespacio. ¿Y quién de vocación universal montará en el tranvía .CAT, uno más de los centenares de carricoches que van a aparecer enseguida?.
Internet es justo lo contrario de localismo: es cosmopolita, no tiene nacimiento, ni principio, ni fin, y los idiomas que usa son los del mundo.
Sintiéndolo por las lenguas minoritarias españolas, en el ciberespacio solo está y estará el español entre las grandes.