Fernando Alonso no logró el título de campeón del mundo de Fórmula 1 este fin de semana y no culminó así una semana gloriosa en la que, sin tener ese gran diploma aún, obtuvo el premio Príncipe de Asturias.
Pero quizás lo consiga en la próxima carrera, y para entonces habrá quemado a velocidad suicida decenas de toneladas de gasolina, varios vehículos, e innumerables piezas mecánicas y juegos de neumáticos.
Por contra, la mayoría de quienes precedieron a Alonso logrando el Príncipe de Asturias, curtidos deportistas cargados de medallas, consumían únicamente sus músculos.
Los bólidos de Fórmula 1 son el máximo símbolo de una sociedad de consumo que, de creerse la tan dudosa teoría de Kioto, acelera el cambio climático: dotados de motores de hasta 700 caballos, dilapidan, solo en gasolina, alrededor de 80 litros por cada 100 kilómetros.
El jurado no se fijó en el mensaje que transmite el premio a una actividad que es un lujo inaccesible a la gente común, caracterizado por ese derroche de combustibles fósiles, la contaminación sonora, calórica y por gases, la velocidad llevada a extremos extravagantes y la acelerada destrucción de todos sus componentes.
El presidente del jurado, Juan Antonio Samaranch, que también recibió el Príncipe de Asturias por lograr los Juegos de Barcelona-92 como presidente del olimpismo mundial, explicó que Alonso es “un ejemplo y estímulo para nuevas generaciones de niños y de deportistas”.
Expresarle un reconocimiento así a un chico de 24 años tiene sus riesgos: con una edad parecida, Diego Maradona también fue candidato. El final de su carrera no resultó muy ejemplar.
Ese no será nunca el problema de Alonso, que es sensato. Pero su premio no es al esfuerzo solitario del atleta, sino a los servidores de una máquina destructora de la naturaleza.
Muchos niños ya no quieren ser como Beckham, Casillas, Ronaldinho o el piragüísta David Cal, puro músculo, habilidad y quizás guapura, sino que sueñan con imitar a Alonso: quieren ser contaminadores como él, para la mayor gloria del ecologismo de Kioto.