No hay que disgustarse demasiado porque Madrid haya sido derrotada por Londres para ser sede de los JJ.OO. de 2012. Queda cierta decepción, es cierto, pero que ofrece simultáneamente su alivio: todos los españoles se librarán no de atentados, porque cualquiera pueden padecerlos, sino de que se les contagie en los próximos años un agobiante desequilibrio psíquico llamado madrileñitis.
Una enfermedad centralista, ombligatoria, transmitida por periodistas no madrileños que han convertido a Madrid en el centro del cosmos. Prensa, radio y televisión con base en la capital que están regidos por no madrileños: eso es lo llamativo.
Recordemos la información desde Singapur antes de la selección de Londres para los JJ.OO.: en aquellos días no existía nada más que Madrid.
Esquerra Republicana de Catalunya bramaba de celos porque nadie la escuchaba, mientras sonaba por toda España el Madrid, Madrid, Madrid, en el mundo se piensa solo en ti, canción compuesta por Agustín Lara, un mexicano.
Y es que directores de medios, redactores jefe y hasta becarios imponían Madrid como única noticia planetaria. Obligaban, ombligaban, a todo ciudadano a sentirse madrileño: no había Irak, ni aventura planetaria, ni la UE, ni cultura o sucesos. Solo el Madrid olímpico. Era abrumador.
Y mayoritariamente los periodistas creadores de esta tendencia no eran ni son madrileños. Son gente de aldeas, pueblos y ciudades de toda España que han emigrado a la capital, donde su libertad les ha infectado esta madrileñitis galopante y contagiosa, el amor loco por la Castellana, la Puerta de Alcalá y Cibeles.
Esa ciudad es el centro de su emancipación, e increpan a los pocos madrileños verdaderos que existen porque no entienden su entrega sin pudor a la ciudad.
Para esta gente, los verdaderos madrileños son unos provincianos, y si algún día surge un nacionalismo independentista capitalino será el de los forasteros que aman tanto lo que les dio Madrid que quieren hacerla capital del mundo mundial. Aunque luego resulte serlo Londres.