Va a resultar que la demanda de que España le abone a Galicia 21.000 millones de euros, resultado de una supuesta deuda histórica cuyo pago reclaman los nacionalistas del BNG, no es una idea descabellada.
Y que bajo los mismos conceptos otras comunidades podrían presentar sus reclamaciones. Porque la economía española de casi todo el siglo XX enriqueció a dos regiones empobreciendo a otras a las que habría que compensar ahora.
Para el acreditado periodista José Martínez Couselo la cifra gallega se justifica porque el Estado nunca dedicó a su Comunidad el siete por ciento de las inversiones correspondientes a su población, sino solo el 3,5 por ciento.
Couselo recuerda que se destruyeron, anegándolas, enormes áreas cultivables gallegas para construir 155 centrales hidroeléctricas, y que se agotaban sus minas de lignito para alimentar el crecimiento de Cataluña y el País Vasco, mientras que en los años 80 aún había viviendas gallegas sin electricidad.
Pero no era solo Galicia quien quedaba exhausta enriqueciendo esas regiones, sino también del resto de España: durante el franquismo un elevado porcentaje de los ahorros de los ciudadanos y de los emigrantes en Europa y América iba obligatoriamente allí.
Aún más: Franco blindaba arancelariamente las manufacturas catalanas y vascas impidiendo importaciones mejores y más baratas.
Debería contabilizarse, pues, la deuda histórica que mantienen Cataluña y Euskadi, e incluso la entonces funcionarial Madrid, con el resto de España.
Tendrían que divulgarse nuevamente las imágenes del NODO con los baños de multitudes agradecidas con los que en Barcelona, San Sebastián o Bilbao recibían a Franco, encabezadas por capitalistas, hoy nacionalistas.
Habría que hacer cuentas y reclamarle sus deudas a los independentistas, que quieren abandonar España sin recordar la historia.
Aunque ésta es una propuesta inviable: frente al ciego egoísmo independentista, la mayoría de los ciudadanos de las dos comunidades son solidarios, frecuentemente fueron víctimas, en ocasiones también emigrantes, y nadie puede perdírseles más.