Al grito de “Pobreza, no”, miles de personas de centenares de oenegés desfilaron el pasado fin de semana en Madrid uniformadas con prendas blancas, como pidieron los organizadores.
Muchas vestían camisetas, pantalones y zapatillas de marca caras: resultó una manifestación de diseño sumamente vistosa en televisión.
Este movimiento sucede al antiguo del 0,7% que solicita la ONU del presupuesto de los estados para luchar contra la pobreza y que defendían entusiásticamente grupos religiosos y antisistema. Que, voluntariamente o no, cedieron esta vez su protagonismo a dirigentes de partidos políticos.
Porque ahora, este movimiento compasivo está siendo liderado, al menos ante los medios informativos, por ideologías materialistas que, tras el fracaso de sus revoluciones, reclaman caridad, una virtud cristiana que consideran reaccionaria y burguesa.
Uno de los políticos de la manifestación más entrevistado fue un importante diputado que también es abogado: cobra 6.000 euros por iniciar la defensa de trabajadores que han sido despedidos por sus empresas.
Money, money: lo que buscan casi todos es administrar fondos públicos. Que se los llevan mayoritariamente los numerosos funcionarios a sueldo de sus oenegés, y los sátrapas del tercer mundo.
Nadie se atreve a decir rotundamente que la pobreza se erradica con la educación abierta al progreso, rechazando costumbres bárbaras, supersticiones y religiones reaccionarias: el mayor enemigo de la pobreza es la educación que difunde los valores ilustrados, que son los que generan riqueza.
Pero como la corrección política de moda exige proteger la “diversidad cultural” del “buen salvaje”, se pretende conservar el exótico primitivismo de los pobres: así pueden hacerse manifestaciones vestidas de blanco-pureza y exigir dinero para hacer turismo solidario.
Pocos se atreven a proclamar la verdad: según un estudio del profesor de Economía en Columbia y premio Rey Juan Carlos, Xavier Sala-i-Martín, la tasa de pobreza medida por el umbral de un dólar/día ha caído del 20% al 5% en los veinte últimos años. La tasa correspondiente al umbral de los dos dólares/día ha caído del 44% al 18%.
Con más población, actualmente hay casi mil millones menos de pobres que hace tres décadas, y ello no se debe a las oenegés, sino a la educación, la globalización comercial y la occidentalización del pensamiento.