Prueba del nueve de la doble moral y del falso progresismo: muchos de los que defendieron a quienes facilitaron el suicidio de un tetrapléjico que no sufría dolor alguno, denuncian ahora a un hospital en el que se ayudaba a morir sin horribles sufrimientos a enfermos terminales de cáncer.
El tetrapléjico era Ramón Sanpedro, cuyo suicidio, no Eutanasia I, cuenta la oscarizada “Mar adentro”. Los políticos están en la izquierda y en parte de la derecha: decían creer en el derecho a la muerte plácida.
Pero ahora gritan contra el hospital madrileño Severo Ochoa porque administraba elevadas dosis de morfina y otros medicamentos paliativos a quienes agonizaban entre atroces dolores. Facilitaban así que se abandonara dulcemente la vida aunque, como contrapartida, se acortara en unas horas: solo se hacía si los pacientes y sus familias solicitaban ese final.
El mismo Rafael Simancas, líder del PSOE madrileño, que aplaudía la muerte de Sanpedro, acusó al centro de matar a ancianos cancerosos e indefensos: es que el hospital madrileño depende de Esperanza Aguirre, del PP, y eso ya es otra cosa. Presionada, Aguirre ha destituido provisionalmente al médico responsable.
El caso de Simancas es que supo que había unas denuncias anónimas contra el hospital y se unió entusiásticamente a ellas sin saber si las presentó algún fanático que cree que los pecadores deben morir con dolor, un enemigo de los médicos o cualquiera que odia al actual gobierno de la Comunidad.
Las denuncias se producen porque los fallecimientos ocurren en el departamento de urgencias, a falta de una unidad de dolor y de tratamientos paliativos.
Las decisiones se toman siempre con el consentimiento de las familias, según el Colegio de Médicos madrileño y del Comité de Ética del hospital.
De ser cierto esto, hay que solidarizarse con los médicos perseguidos ahora: el cronista afirma que, en situación terminal, querría ser atendido por ellos en ese hospital, cuyo nombre recuerda al premio Nóbel de Medicina que falleció plácidamente, también bajo cuidados paliativos, en otro centro madrileño.