Querido Diario:
Los de ERC acabamos de llegar al poder y antes de que le tomemos gusto ya quieren echarnos los de CiU y hasta los del PP, que no saben ser oposición.
Tendrán que matarnos, porque ahora somos importantes. A mí se me cuadran los guardias, los ujieres me abren las puertas y tengo coche oficial.
Coche oficial. Cuando me subí a él por primera vez me deslumbró. El conductor me llamó “Señor”. Miré al pasado y comprendí finalmente que yo, un simple jardinero, había llegado muy alto.
He decidido tratar de usted al chofer, como a los ujieres y a los obreros, porque si les doy confianzas recordarán nuestro humilde origen común y terminarán perdiéndome el respeto.
Evito hablar con ellos, y en el coche oficial leo periódicos, converso bajito por el móvil, y al entrar o salir no miro a quienes me rodean para evitar confianzas.
Noto algunas rozaduras en el cuero de los asientos que indican que mi coche lo usó algún antecesor de CiU, que ahora estará odiándome. Echará de menos un coche tan maravilloso: tiene bar y TV.
Pero me molesta que me hayan dado un coche usado y, además, sin blindaje. La importancia del político se demuestra con coches nuevos y blindados, aunque ETA no nos ataque.
Los socialistas siempre hiriendo a los de ERC, aunque gobiernan gracias a nosotros. Y me hace esto a mí el partido del imprudente Maragall.
Que acaba de meter la pata con lo del tres por ciento. Se va a descubrir todo el suflé e igual nos echan a todos. Por una “maragallada”.
No: a mí nadie va a quitarme el coche oficial. La vida es distinta con él. Entiendo la desesperación de los de CiU por haberlo perdido.