Dear George:
Tengo que decirte que por las buenas soy muy bueno, pero por las malas soy mejor, como decía Mae West.
Aunque sea un novato, debes recordar que estoy creando una alianza de civilizaciones que vas a temblar: ya se me apuntaron Fidel, el caudillo venezolano Chávez, y los ayatolás iraníes. Teme mi creciente influencia tercermundista.
Además, soy capaz de sacarte en manifestación a un millón de personas en Madrid y Barcelona a gritar contra ti, para susto de la Casa Blanca.
Me estás haciendo muchos feos: mandar a Condi por toda Europa y Oriente Medio sin prestarle atención a España es demasiado menosprecio. Me estás provocando, dear George. Aprovechas la muerte de Arafat para resolver sin Moratinos los problemas del área. ¿Hasta cuándo abusarás de mi paciencia, Catilina?.
Atropellas tanto con tu poder que hasta Gadaffi anda frío conmigo después de que erróneamente, lo reconozco, invitara en Túnez a la coalición que tienes en Irak a que abandonara el país al escape, como yo.
Estoy seguro de que esto se debe a que Aznar te va con cuentos contra mí. Por eso tengo que espiarlo por el extranjero. Después de las elecciones de Irak me has arrinconando aún más, y seguramente es él quien está incitándote. Es un acusica trolero.
Pero yo, como Mae West, seré malo haciéndote el bien. Para que lo sepas, y como penitencia, ahora rezo en la intimidad el juramento a tu bandera.
No se decir ni yes en inglés, pero lo leo en un papelito: “I Pledge Allegiance to the flag of the United States of America and to the Republic for which it stands, one Nation under God, indivisible, with liberty and justice for all”.
Dear George: esta es mi declaración de paz y de arrepentimiento, muestra de mi buen talante. Porfa, George, porfa, hazme un poco de caso.