Visto el inicio de la Pasarela Cibeles, la moda para la próxima temporada tiende a presentar bustos con 80 gramos menos de silicona cada uno, compensados al final de la espalda con prominentes redondeces, formas latinas impuestas por Jennifer López: vuelven las asentaderas mullidas, claro triunfo de lo tropical.
Los cirujanos son mucho más ambiciosos en el empleo de estos volúmenes que en temporadas anteriores, a la vez que mantienen el colágeno labial, ampliándolo a pómulos y mentones para crear rostros más angulosos.
La cirugía española de la moda presenta este año orejas mínimas y resalta los ojos con pequeñas operaciones que encogen los párpados. Los rostros femeninos, de esta manera, exhiben un gracioso mohín de mal humor que triunfa en el mundo; los cirujanos nacionales reciben muchos pedidos de ese gesto de desdeñosa, aunque coqueta, mirada contra la vida.
Colores: han entrado con fuerza los tonos asiáticos. Las modelos chinas comienzan a demostrar que han crecido mucho gracias a su mejor ingesta de proteínas. Pronto competirán con las maniquíes de zonas de más carne y pescado que arroz.
Las piernas son cada vez más escuálidas, con finísimos tobillos de imposible equilibrio. Recuerdan ligeramente a la cabra de la Legión y no a las antiguas figuras de Balenciaga, de pantorrillas torneadas y caminar firme.
La tendencia de que cada año las mujeres crezcan dos centímetros está imponiéndoles extremidades exageradamente frágiles. Suponemos que los cirujanos habrán creado ya técnicas de trasplante para permitir a las modelos desfilar sin romperse. El excesivo alargamiento amenaza con producir fracturas irrecuperables.
España ha entrado con fuerza en el circuito internacional de la cirugía de la moda. Puede convertirse en una gran potencia exportadora, ahora que la arruga ya no es bella y requiere infiltraciones de botox.