Todo el mundo lincha ahora a la Generalitat que presidía Jordi Pujol porque exigía comisiones del tres por ciento de todas las obras públicas, mísero porcentaje para el hercúleo trabajo del Molt Honorable y de su Partido, CiU: construir el concepto la Patria catalana.
Porque, ¿cuánto dinero cuesta erigir un nacionalismo, una Patria catalanohablante solamente y conseguir a la vez que se caigan barrios enteros sin que haya ni un solo muerto?.
Miremos a Irán: un pequeño terremoto mata a millares de personas porque las casas se desploman sobre sus habitantes. Es que allí la corrupción no toma precauciones, como en Cataluña. En Barcelona, el barrio del Carmelo se cae sin matar a nadie. Así se prueba la bondad del tres por ciento. Si la comisión fuera del diez, por ejemplo, seguramente ya habría muerto alguien.
El patriotismo es el último refugio de los canallas, es cierto, pero en el caso de la Generalitat está demostrado que hay más que justificación: edificar una patria y elaborar sus signos distintivos exige gastos ingentes que solo pueden sostenerse con las obras públicas.
Todos hacen igual: los socialistas de Maragall que denuncian ahora a CiU extrajeron buenos fondos de Filesa, Time Sport y otras compañías que cobraban comisiones porque necesitaban levantar el edificio espiritual socialista. Es que toda ideología tiene ingentes gastos cuando quiere imponer sus ideales.
Impregnar a la gente de intangibles como el sentido patriótico o el ideológico es carísimo. A uno se le va rápidamente el dinero en la maquinaria partidaria dedicada a sostener a millares de liberados y a sus familias, misioneros patrióticos encargados de urbanizar un espíritu nacional.
Patrias e ideologías siempre dieron mártires. Y como crear esos conceptos es tan oneroso, por eso debemos apoyar a quienes tienen que corromperse y sacrificar su honradez, incluso con riesgo de ir a la cárcel, para hacer triunfar las grandes ideas.
Démosles gracias porque todo lo hacen por nuestro bien. Prueba: el Carmelo se cae, pero sin matar a nadie. Lo de Irán sí que es vergonzoso.