Crónicas Bárbaras

Tonto Bush

Muchos de los más influyentes intelectuales calificaron siempre a George W. Bush como tonto y peligroso, aunque algunos de ellos comienzan a advertir que si le salen bien las elecciones de Irak y mejora la relación israelo-palestina, podría convertirse en un notable presidente.
Aún conserva enemigos: acaba de recibir un manifiesto en su contra con 9.000 firmantes, intelectuales y artistas. Claro que Ronald Reagan logró 58.563 firmas de iguales orígenes, y tras propiciar la caída del Telón de Acero y la desaparición de la URSS ayudó a muchos países, especialmente europeos, a ganar libertad y prosperidad.
Ahora lo presentan mayoritariamente como uno de los diez grandes presidentes estadounidenses.
Ya reelegido, George W. Bush no es más listo que antes. Sigue con su doctrina de que la libertad, especialmente la comercial, arrastra a las demás y genera riqueza. Lo que beneficia a todos, incluyendo a EE.UU.: así de simple.
Por eso paga con muertos norteamericanos la posible instauración de un sistema liberal en Irak, contagioso para toda el área circundante.
No es petróleo lo que necesita. Con su poder en el Congreso y en el Senado puede conseguir la autorización para extraer más combustible de Alaska del que exportan Irak y Arabia Saudita a EE.UU.
Quiere imponer su concepto de cómo debe ser el mundo. Una cadena de razonamientos que concluye demandando la revolución mundial permanente, idea aportada por los neocon de su equipo que habían sido trotskistas anteriormente.
Las grandes dictaduras, tipo China, se reforman por impulsión, y con ellas deben mantenerse buenas relaciones, pero hay que democratizar regímenes fanáticos que, como el iraní, tratan de obtener armamento atómico: esa es la doctrina.
Bush no es tonto, no. Recuerda a la Estrella Brillante de la Mañana, aquél Diablo de Fernando Pessoa que vigilaba y manejaba el mundo desde las alturas.

Felipe Zapatero

Felipe González le ha advertido a José Luís Rodríguez Zapatero que no debe confundir la descentralización del Estado con su centrifugación, que es la huida hacia el exterior de sus componentes cuando se les somete a un vertiginoso giro alrededor de un eje.
Buen aviso, porque Zapatero le da rápidas vueltas a la estructura de España, como si estuviera jugando con la pequeña centrifugadora que traía el Cheminova, un laboratorio infantil que regalaban los Reyes de Oriente para hacer ensayos de física y química.
La advertencia del expresidente a su sucesor del PSOE es seria. Más que una sentencia despreocupada como las que dice desde que dejó de gobernar, hace casi una década, y que a veces lo mantienen como un respetable estadista, y en ocasiones como un pasota algo despectivo.
González es un ser complejo que tuvo un enorme sentido de su responsabilidad. Fue fundamental en la modernización de España. Y aunque cometió errores, ninguno fue porque se dedicara a jugar con el país como si fuera un laboratorio.
Zapatero parece que le ha tomado gusto a su Cheminova, que no solo es un regalo sorpresa venido de Oriente, sino que trae, con su centrifugadora, frasquitos con productos capaces de hacer volar la casa con toda la familia dentro.
Felipe González había nacido en época de pobreza y de regalos útiles, plumas y libros, que tenía que conservar. Zapatero se formó en una etapa mas próspera, de Cheminovas de usar y tirar, de desechar todo lo viejo para cambiarlo por juguetes nuevos.
Por prudencia convendría crear algo así como un Felipe Zapatero, con la experiencia del estadista y menos ingenuidad que la de los chicos que se creen grandes innovadores porque rompen los chismes antiguos para probar otros desconocidos.

Shoah

Shoah es el viento negro de la matanza, mientras que Holocausto significa sacrificio, recuerda el gran George Steiner, judío nacido en la Viena de entreguerras.
La ciudad que ya en el prenazismo persiguió a sus más ilustres habitantes: Benjamin, Adorno, Bloch, Lukáks, Freud, Zweig y Roth, entre otros genios hebreos.
Parece más preciso decir Shoah que Holocausto cuando se habla del exterminio de seis millones judíos en los campos como el de Auschwitz, liberado ahora hace sesenta años.
Ningún país árabe, excepto Jordania, se ha sumado al recuerdo. Tampoco han participado las extremas derechas e izquierdas. No quieren recordar que solo en Auschwitz, Polonia, se gaseó como mínimo a 900.000 judíos, y a unos 200.000 gitanos y polacos.
En España, Izquierda Unida exige valorar igual el exterminio planificado de judíos que la muerte de soldados soviéticos en la guerra mundial. Quiere desfigurar el significado del Genocidio. Como José Saramago, que llamó Holocausto palestino a la batalla de Jenin, en 2002, en la que murieron 52 palestinos y 27 israelíes.
Seis millones de hebreos asesinados metódicamente, perfecta programación. Miles de años de sabiduría, de progreso y de historia. De familias que luchaban para que su siguiente generación nos entregara arte, cultura, ciencia: ¡los gentiles, cuánto le debemos a los judíos!
El nazismo trató de exterminarlos porque eran aventureros del pensamiento libre: el nazi odia las personas independientes, emancipadas, de mente abierta.
Atentos, porque vuelven a multiplicarse las ideologías así: quienes rechazan la reflexión individualista organizarían otro Shoah, si pudieran. Por eso, la mitología comunal, el fanatismo, religioso o patriótico, la ruptura de la singularidad personal para convertirla en masa, llevan al nazismo.
Hitler siempre anida en los grupos uniformes, geográficos o espirituales. Y en España, algunos nacionalismos y colectivismos recuerdan el “judenrein”, advierte Steiner.

Campanarios

Oigamos los dos campanarios más notables y sonoros de la parroquia española, uno laico, que sería la cadena SER, y otro religioso, que pertenece a la COPE, de la Conferencia Episcopal.
Ambos encajan en la tesis de Robert Kagan, sobre Europa como dulce Venus y América como enérgica Marte. La SER sería la pancista Europa y la COPE, Estados Unidos. Coinciden también con las ideologías: Partido Socialista contra Partido Popular.
Oigamos sus discursos matutinos, con sus predicadores titulares, de estilos tan diferentes, pero con igual intención: que la parroquia rece sus liturgias.
Iñaki Gabilondo, de la SER, es pausado, y Federico Jiménez Losantos, de la COPE, apasionado. Mientras el primero estudiaba con el sutil Opus Dei en Navarra, el segundo se especializaba en dialéctica marxista-leninista.
Cambiaron sus fidelidades, pero mantuvieron las técnicas de catequesis y hermenéutica aprendidas en sus respectivos seminarios ideológicos. Y millones de personas siguen, creen e interpretan el mundo radiodirigidos por Iñaki o por Federico.
Los fieles de uno y otro, aunque son más los del rito Gabilondo, se vuelven crecientemente radicales en ciega defensa de sus creencias. Antes, los informadores no azuzaban tanto a sus seguidores. Ahora, los agitan, crispan e indignan, echándolos unos contra otros.
Suerte para otras cadenas: buscando paz, muchos fieles radioyentes están convirtiéndose a religiones diferentes, a otras emisoras menos dogmáticas.
Esto ocurre por las mañanas, pero a la noche se repiten las admoniciones: en la SER salta Carlos Llamas, vehemente, iracundo y adjetivador, y en la COPE, César Vidal, cuya cultura enciclopédica, acidez y profunda religiosidad desconciertan.
Y sigue la diferencia absoluta entre ambos campanarios al interpretar los hechos. Desde una izquierda cerrada, Llamas tañe centellas socialistas, y César Vidal, desde sus firmes creencias de derechas, repica pausada y solemnemente con inapelables leyes divinas que baja desde el Sinaí

Réprobo

Como la escena de los insultos a José Bono está sobreponiéndose a la importancia de la manifestación de las Víctimas del Terrorismo (AVT) del pasado sábado, conviene decir, seguramente por primera vez, el nombre de las personas que hablaron al final desde la tribuna:
Por quienes sufrieron los atentados islamistas del 11M, Ángeles Pedraza, cuya hija falleció en aquellos ataques a los trenes madrileños. Forma parte de los 300 afectados directos por esa masacre que pertenecen a la AVT. Importante clarificación, porque hay más asociaciones de víctimas del 11M que la que preside Pilar Manjón.
Víctimas de ETA: Pilar Elías, cuyo marido fue asesinado por un etarra al que le había salvado la vida cuando era niño. Alvaro Cabrerizo, mujer y dos hijas asesinadas en el atentado de Hipercor; Salvador Ulayar, hijo de otro asesinado, y Francisco José Alcaraz, Presidente de la AVT, cuyo hermano y dos sobrinas fueron masacrados en Zaragoza.
Usted seguramente no sabía esto porque los insultos a Bono están sirviendo para ocultar la repercusión del acto y para convertir en hecho gravísimo una anécdota nimia en múltiples democracias, en las que hasta en los parlamentos hay más insultos y apretujones que los que sufrió Bono.
Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz del PSOE en el Congreso, declaró que esas ofensas le recordaban acciones cercanas al terrorismo, esta vez perpetradas por la ultraderecha.
Y fueron, ciertamente, ofensas terroríficas. Unas señoras le llamaron a José Bono algo terrible: ¡¡Réprobo, réprobo!!. Está grabado.
Una imputación que tiene que aterrorizar a alguien tan católico como dice serlo el ministro, porque réprobo es el condenado a torturas infernales eternas por sus horribles pecados. Atacar así al ministro es, obviamente, puro terrorismo ultraderechista, e incluso satánico. ¡A la cárcel con esas peligrosísimas señoras terroristas

Inglesas

Hace casi un siglo decía Julio Camba que el Reino Unido existía gracias a los bobbys, los impresionantes guardias que con su casco y chubasquero soportaban incólumes, como la Torre de Londres, unas lluvias capaces de disolver cualquier imperio.
Pero los bobbys no pudieron frenar la pérdida de aquella supremacía y su concentración en una isla y una pequeña parte de Irlanda que resultan físicamente la mitad de España.
Los bobbys ya son poca cosa: le delincuencia crece y la mayoría de ellos –y ellas—portan gorra de visera como los amables carteros antiguos.
¡Ah!, pero para salvar al viejo país, a la gran Inglaterra, a Gales, Escocia e Irlanda del Norte, están las inglesas, sus jóvenes de la clase trabajadora.
¡Qué mujeres! En invierno, y bajo las nevadas de estos días, pisotean briosas las calles con sandalias veraniegas, minifaldas que son cinturones, camisetas de tirantes. Despidiendo vaho por los poros, emiten un calor que, éste sí, disuelve a los elementos. Son la fuerza de ese pueblo.
Las pastelerías, los salones de te y los nuevos cafés de aspecto antiguo que está llenado este país, ponen terrazas descubiertas en el exterior, en las que se sientan las muchachas con sus risas, dejando que les caigan a plomo copos de nieve y grados bajo cero.
Raza descendiente de celtas que hacían la guerra desnudos, de quienes en York le dieron un emperador a Roma, de Braveheart, que como escocés no usaba ropa interior, pero no por tacañería, sino para exhibir sin dificultades su virilidad ante el enemigo.
Esas mujeres enfrentadas al clima más desagradable de las islas atlánticas serán, después, grandes matronas, perennes paridoras de un pueblo duro, soberbio y rocoso como Gibraltar.
Y mientras las inglesas sigan siendo así, Gibraltar nunca será español.

No eran ultras

Cuando estamos sometidos a una gran manipulación informativa que niega el derecho ciudadano a protestar pacíficamente contra el poder, es casi suicida tratar de establecer la verdad Pero debe hacerse.
Y debe decirse que quienes increparon el sábado en Madrid a José Bono hasta expulsarle de la manifestación de las víctimas del terrorismo no eran violentos, ni estaban organizados: eran asistentes que se irritaron cuando el ministro se puso a caminar entre ellos, alejado de los demás políticos, como si esperara un homenaje popular por sus especiales cualidades o triunfos.
Hay imágenes, y los rostros de quienes lo rodean son fácilmente identificables. El Gobierno debería preguntarse por qué esa gente común le era tan hostil. Aunque hubiera algún ultra casual entre ellos.
Los abucheos al ministro no fueron agresiones ni actos gravísimos, como denuncia Bono, exagerando la importancia del incidente. Quien revise las imágenes televisivas observará solo rechiflas y apretujones. No hay gritos, gestos, cantos, ni emblemas fascistas o violentos. Alguien levanta el asta de plástico de una bandera constitucional como para golpearle, pero hay brazos que lo impiden.
Fue un momento bochornoso, de duros insultos a Bono que no pudieron evitar la socialista Rosa Díez ni la expresidenta de la asociación de víctimas convocante, Ana María Vidal Abarca, que trataban de arropar al ministro de Defensa. Con ellas no iba la agresividad general.
Sorprendentemente, las televisiones no divulgan los momentos en los que una concejal socialista vasca perseguida por ETA, Gotzone Mora, que caminaba sola, era aplaudida y vitoreada por los que habían increpado al ministro.
Contraste: abucheos al populista Bono, aplausos a la valiente Gotzone Mora. Los manifestantes estaban indicándole al Gobierno que tipo de conductas detestan o admiran.
No puede tergiversarse lo ocurrido, convirtiendo a los asistentes en fascistas, cuando, si hubiera algún ultra cerca de Bono, es posible que tambien estuviera algún votante socialisa.
Algo está bullendo en mucha gente común. Expresar la irritación contra el Gobierno Zapatero no es necesariamente de ultraderechistas. A muchos socialistas les gustaría hacerlo también.

Triste GGM

Todavía conserva alguna chispita literaria, pero cuando se esperaba una de sus geniales historias, el último Gabriel García Márquez (GGM) ha aparecido como una calamidad comparado con el magnético escritor de “Cien años de soledad”, con el Nobel de 1982.
Los críticos literarios habituales nos han engañado. Quizás porque no se atreven a decir que el escritor está vivo, pero su literatura, muerta y corrupta. Dicen que ha vuelto a escribir una obra maestra con su “Memoria de mis putas tristes” (Mondadori). Una patraña, una falsedad absoluta.
Para alguien con un mínimo de sensibilidad este GGM ya no tiene ni los recursos, ni la imaginación de sus grandes años, y su obrita asquea porque es chusca, cursi y apología de uno de los delitos más repulsivos, la pederastia.
Es la historia de un periodista nonagenario que desflora a una virgen de catorce años, drogada y adormilada por una alcahueta.
Mezquino viejo verde presentado como un don Juan orgulloso de su hazaña. Grosera narración. Artificio rastrero. No es ni realismo mágico ni imitación de la vida de un tipo pervertido: es solo baja literatura, degradación de alguien que fue grande.
Como contraste, se recuerda a Sade y su Justine o Los crimenes del amor, y se entiende por qué el Divino Marqués sigue vivo dos siglos después de muerto.
Se evoca también a Vladimir Nabokov en Lolita, con un Humbert-Humbert que no es un héroe, sino un antihéroe humillado, o al desolador Yusanari Kawabata, en La Casa de las bellas durmientes, seguramente la inspiración de GGM.
Y se llega a la conclusión de que el autor colombiano debería tener alguien honrado a su lado que le diga que sus últimos trabajos son de papelera. Éste libro debe tirarse, olvidarse. Triste GGM.

Arthur Pauling: DOS ESPAÑAS ENFRENTADAS

Nota de Manuel Molares do Val:

Mi amigo y viejo compañero en distintas aventuras por el mundo, el periodista estadounidense Arthur Pauling, me ha autorizado a divulgar su visión de la manifestación de ayer, que envió hace unas horas a los medios que distribuyen su trabajo. Esta versión, para periódicos españoles, es más prolija que la que redactó para los medios en inglés.

DOS ESPAÑAS ENFRENTADAS

Arthur Pauling

Tratemos la manifestación de la Asociación Víctimas del Terrorismo del sábado en Madrid. Desde la lejanía del foráneo, de quien no pertenece a unos u otros, sino que tiene una visión cosmopolita, aunque cercana, de España y de los españoles.
Porque lo que está pasando aquí, entre muchos españoles iracundos, merece un análisis más profundo que la simple acusación a la extrema derecha o a unos descontrolados por los acosos, antes al Gobierno Aznar, y este sábado al ministro José Bono.
Para un observador de la evolución de España este clima de enfrentamiento podría nacer de la distinta importancia que se le dio a las víctimas del terrorismo tras el 11M: los 926 muertos por ETA quedaron relegados por los 192 de los atentados islamistas.
Pilar Manjón, madre de un joven muerto en los trenes de Madrid, surgió como una mártir como nunca lo habían sido las madres de los asesinados por ETA. Con una diferencia: el hijo de la señora Manjón fue víctima de un atentado masivo en el que cualquiera pudo morir. No iban a por él, sino a por cualquiera. Los asesinados por ETA, en su mayoría, eran objetivos buscados, no accidentales.
La manifestación del sábado en Madrid sorprendió a muchos observadores, sobre todo, por su elevada asistencia a pesar de que la escasa información sobre la convocatoria. Numerosos medios ni siquiera la nombraron, como si buscaran su fracaso. En cierta medida, fue boicoteada.
Convocada por la Asociación Víctimas del Terrorismo con el lema “Memoria, Dignidad y Justicia con las Víctimas”, Gregorio Peces-Barba, el Alto Comisario nombrado para atender a estas personas, se negó a asistir al acto, igual que Pilar Manjón, representante de la principal asociación, aunque no la única, de víctimas del 11M.
Dos Españas frente a frente. Y no debe acusarse a una supuesta extrema derecha de haber abucheado y expulsado al ministro de Defensa, porque si fueron de esa ideología quienes lo acosaron, la mayoría de los que estaban alrededor nada hicieron para evitarlo.
No había banderas preconstitucionales. No hubo gritos fascistas. Solo reproches como “sinvergüenza”, “hipócrita”, “caradura” y “traidor”. Dice José Bono que recibió un puñetazo en una costilla, pero quien escribe esta crónica-análisis, que estaba muy cerca de él en aquél momento, no percibió nada más que violencia verbal, aunque también un enorme bochorno en el político.
Que se había salido con la socialista vasca Rosa Díez de la fila los otros políticos, entre ellos los socialistas Jordi Sevilla y Rafael Simancas, a los que nadie molestó quizás porque iban al lado de Ángel Acebes y otros miembros del PP a los que algunos grupos, no todos, corearon.
Sorprendentemente, quienes increpaban a Bono no hacían lo mismo con Rosa Díez, valiente denunciante de todos los que apoyan a ETA. Solo molestaron al ministro. Ella lo defendía y le decía a los increpantes que lo respetaran, que estaba con las víctimas.
Aún más importante, la cadrática vasca Gotzone Mora, también socialista, que circulaba entre los manifestantes, era saludada con gritos de "Valiente", "Heroiza", "Viva Gotzone" .
Bono no explicó el por qué se introdujo entre la gente fuera del grupo en el que estaba. Quizás pensaba recibir un homenaje por su denuncia del caso del Yakolev que ensució al Partido Popular. O no esperaba que hubiera quienes le reprochan que haya eliminado un lema militar de una escuela de suboficiales en Lérida, a demanda de los nacionalistas catalanes.
Quizás no calculara que tendrían su respuesta las manifestaciones previas a las elecciones de marzo y el acoso al Partido Popular por militantes de la izquierda, con golpes y malos tratos a algunos derechistas.
Porque tras aquellos incidentes, ni el PSOE, ni IU, ni los nacionalistas condenaron las agresiones, que narraba con gran vivacidad la cadena SER, aunque atenuando la gravedad de los insultos.
Como si fuera el envés de las manifestaciones contra el Partido Popular tras los atentados del 11M, grupos de exaltados, aunque menos numerosos que sus antecesores, tras expulsar al ministro Bono de la concentración, se manifestaron ante la central de la cadena radiofónica SER acusándola de manipuladora.
Algún día otros harán lo mismo ante la cadena COPE. Ambos grupos tienen presentadores, redactores y colaboradores que excitan los ánimos de los más débiles intelectualmente.
Cuando se polarizan los sentimientos, hoy dan unos, y mañana agredirán los que recibieron antes, y así será perennemente. Y en esta España, en lugar de serenar los ánimos, unos y otros están exaltándolos. Los políticos y muchos medios de comunicación han decidido separar a la ciudadanía en dos bandos: progresistas o reaccionarios. Se trata de que no haya un término medio, un equilibrio, y se está consiguiendo.
Hasta es posible que el creciente fracaso del cine español, salvo excepciones, se deba a que sus representantes solo se manifiestan a favor de las causas que representa el actual Gobierno. No atienden a la otra media España. Tienen un pensamiento único. Los asistentes a la manifestación reclamaban la presencia de intelectuales y artistas españoles, pero de ellos no había la más mínima presencia. Media España probablemente se ha juramentado para no ver cine español.
Al frente de la manifestación iban varias víctimas, entre ellas Irene Villa, una niña a la que le volaron las piernas con una bomba y que quedó tumbada en una calle levantando y bajando los muñones, desangrándose. Le salvó la vida la rápida asistencia médica.
Imágenes de televisión que valieron más que millones de palabras, que muchos discursos y denuncias. El tipo de imágenes que Pilar Manjón pidió que no se diera en los medios informativos, cuando la carnicería que hizo minusválida a la niña, marcó un después para ETA en todo el mundo.
La manifestación concluyó en la Puerta del Sol antes de que salieran los últimos asistentes de la Plaza de Cibeles, a un kilómetro de distancia. Los organizadores pidieron silencio, que se respetara a los políticos y condenaron el acoso a José Bono.
De los portavoces de las víctimas quizás lo mas emotivo fueron dos mujeres. Una, madre de una niña muerta el 11M en los atentados islamistas. Otra Pilar Manjón. Pero serena, con voz firme, pidiendo justicia, aunque también rehabilitación si los asesinos quieren rehabilitarse, arrepentirse del mal producido. Un discurso nada efectista, pero de una incomparable dignidad. Seguramente los medios informativos no hablarán de esta madre que en tres minutos lo dijo todo y no pidió venganza, y mucho menos responsabilidades penales al Gobierno.
Otra mujer fue la viuda del hombre que salvó a un niño de que lo atropellara un camión. Ese niño, de mayor, asesinó a su salvador. Salió de la cárcel y ahora trabaja debajo del piso de la viuda. Y la mira retándola, a ella y a sus hijos.
Se cumplía el décimo aniversario del asesinato en San Sebastián de Gregorio Ordóñez, un joven político del PP, el primer representante electo que mataba ETA. Como sus asesinos, muchos otros pueden salir de la cárcel pronto, y la manifestación pedía que eso no ocurra. La familia Ordóñez aún lee carteles que exigen el pago de la bala que le metieron en la cabeza: “Paga, o devuélvenos la bala”.
La maldad irrita, enfrenta a la gente que debería entenderse. Y ahora hay dos Españas enfrentadas. Nadie le quiso llamar la atención a unos cuando acosaban a los otros, y ahora, si quieren reconducir esta crispación hacia la serenidad los partidos políticos deben exigirle a sus simpatizantes más exaltados que sean comedidos, que con amigos así sobran los contendientes ideológicos.
El Gobierno y las fuerzas de la izquierda deberían recordar los bochornosos ataques al PP durante las elecciones de marzo, en incluso antes, en los casos como el Prestige: la democracia es pacífica, o no es democracia.
La oposición debería analizar que pasó el sábado y dialogar con el Gobierno para hacer un llamamiento conjunto a la serenidad. Porque los ánimos están calentándose demasiado en esta España que hierve a menos de 100 grados.
Exaltar los ánimos o aprovecharse de la exaltación es de ultras, de derechas o de izquierdas, y eso lo están haciendo distintos políticos y medios de comunicación.

¡Todos a la cárcel!

En 1983 Berlanga filmó “Todos a la cárcel”, una película sobre la corrupción de los políticos y de los empresarios en la primera etapa de la democracia, que realmente está repitiéndose ahora.
Juntos y revueltos convivían antiguos presos ideológicos del franquismo, sus carceleros, empresarios dándole comisiones a los mandamases y otros personajes dedicados al dinero y el sexo.
Espectáculo actual en las altas cúpulas políticas, empresariales y también de los medios informativos, porque esta vez el que era hace unos años un respetado grupo de comunicación, ha entrado en la pelea para incrementar su predominio, no para informar.
Todo nace de la debilidad de los grandes banqueros españoles, incursos en causas judiciales por su ingeniería financiera poco ortodoxa, unida a sus luchas por el poder.
Así, la actual dirigencia del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) es producto del hundimiento de su antigua cúpula supuestamente corrupta. Circunstancia que aprovechó el Partido Popular para colocar como presidente a un financiero aznarista.
El banco marcha muy bien, y eso es muy malo: ahora manda el PSOE y quiere destituir al presidente pepero para colocar alguien prosocialista.
Para ello usa como ariete a una empresa constructora sumamente derechista, pero para el Gobierno socialista eso no importa: no es una guerra ideológica, sino para conseguir dinero privado y barato para los intereses partidarios.
Para apoyar este empeño entra en tromba el grupo PRISA haciendo que la cadena SER denuncie al presidente pepero del BBVA ante la Comisión del Mercado de Valores; no con información, sino generando un acontecimiento que crea la noticia: la sabia táctica con la que William Randolf Hearst, el Citizen Kane de Orson Welles, aceleró la guerra hispano-norteamericana.
Estamos ante un círculo perfecto de pillastres políticos, económicos e informativos. Tendremos que evocar a Berlanga y gritar: ¡Todos a la cárcel!.

Matrimonio

Mansur Escudero, presidente de la Junta Islámica Española, ha aprovechado la decisión gubernamental de definir el enlace homosexual únicamente como matrimonio, y no de otra manera, para solicitar la misma consideración para las uniones poligámicas.
Aplicando el relativismo cultural, el multiculturalismo, el talante amable y la Alianza de Culturas de Zapatero, debemos darle la razón a Mansur Escudero.
Si consideramos arcaicas las convenciones judeocristianas y racionalistas que gobernaron nuestra civilización durante siglos, afrontemos la modernidad con valentía: digamos rotundamente sí a la poligamia.
Entrañable sistema familiar que nos devuelve a la España árabe. La del hombre que le pega a sus mujeres como recomienda el imán de Fuengirola. El que golpea no sabrá por qué lo hace, pero ellas, sí, dice el refrán árabe.
Lo que nos enlaza con lo mejor del arte patrio del gran macho, desde las canciones de Isaq al-Mawsili hasta Cela, con el Siglo de Oro y Don Juan por medio.
Tener varias mujeres nos garantiza una vida confortable: ellas trabajan para uno, y uno descansa en la tumbona mientras toma te, fuma narguile y charla con los amigos. Merece la pena, aunque no se pueda comer jamón ni beber vino más que a escondidas.
Otra característica de la poligamia: entre las esposas de Mahoma estaba una niña, Aisha, a la que poseyó cuando tenía nueve años de edad. Esta ciscunstancia histórica podría presentarse como ejemplar para aplicarla a la Alianza zapateril. El próximo paso será despenalizar la pederastia y plantearla como una virtud: Aisha fue de mayor una entusiasta divulgadora de la obra del Profeta.
La poligamia es el estado ideal del hombre. Basta de reivindicaciones reaccionarias. Hay que unirse a la demanda de Mansur Escudero y de todos quienes exigen reverdecer, modernizar, la definición de matrimonio.

Sindicatos

De los 17 millones de trabajadores españoles registrados en la Seguridad Social, ni siquiera el diez por ciento está sindicado, menos aún que en la quintaesencia del capitalismo, Estados Unidos, donde la afiliación es del 13,5 por ciento.
Por simple autodefensa todos los asalariados deberían estar sindicados: en España se producen un millón de accidentes laborales al año con cuatro muertes diarias. Teóricamente, las uniones están para denunciar el peligro y proteger a los trabajadores.
Pero, no. Hace unos días perecían en Burgos, achicharrados por productos peligrosos mal almacenados, diez obreros de una empresa constructora. Ningún sindicato o sindicalista había denunciado previamente el riesgo al que venían enfrentándose diariamente ellos y muchos otros compañeros.
Siempre es igual: sigue habiendo fallecimientos sin que ningún sindicato sea testigo o advierta del peligro que corren tantos trabajadores. Como en el local del accidente de Burgos, nunca aparecen los sindicalistas para exigir seguridad laboral.
Quizás porque los sindicatos en España son endogámicos y se centran, con pocas excepciones, en proteger a sus propios cuadros. Porque los dirigentes se afanan en cuidar a su cuarto de millón de burócratas liberados, que suelen cobrar por no trabajar.
La falta de confianza en ellos explicaría su ridículo número de afiliados: qué diferencia durante la lucha contra el franquismo y en el postfranquismo de los primeros años, cuando el unionismo ilusionaban y representaba con energía a los trabajadores.
Ahora, el sindicalismo es una excelente carrera profesional: una vía para exigir el ascenso en la empresa
Cuando alguien muere, los enérgicos sindicalistas protestan ante las televisiones, pero ellos nunca están en el tajo, ni se les espera, para denunciar el peligro.
En Burgos no había seguridad de la empresa, ni de los sindicatos, y por unos o por otros, mueren violenta, anualmente, 1.460 trabajadores españoles.

Marcianitos

Los etarras acaban de poner una nueva bomba. Qué sorpresa para quienes vaticinaban el desarme de ETA, y que no quieren ver que los terroristas siguen entrenando con videojuegos electrónicos sumamente realistas a las nuevas generaciones de aspirantes a asesinos.
“Lo más fácil y duro en la vida del militante es estar en acción, matar, disparar contra el enemigo, poner bombas”, repiten machaconamente las videoconsolas mientras los neoetarras se inundan de adrenalina con ansia de disparar.
“Lo más difícil para el militante es tener la suficiente lucidez, capacidad de reacción y visión de conjunto para decidir qué debe hacer, en especial cuando se ve perseguido, vigilado o acorralado”, sigue el sonido que sale del videojuego.
Suelen ganarle a la máquina. Ya están preparados. Ahora, quieren que los manden a matar. Tienen muchas ganas. Están cansados de asesinatos virtuales. Profesan el fanatismo de los islamistas, de los etarras históricos.
Muchachos formados con videojuegos, clase media, instruidos virtualmente para exterminar seres reales. Por una patria virtual, solo mítica, que nunca existió, y que exige tributos de sangre, como los antropófagos dioses aztecas.
“Si tratan de detenerte hay que huir con arrojo y decisión, abriendo fuego con armas y granadas, sin mirar a nada ni a nadie”, prosiguen las órdenes electrónicas.
Así instruye ETA a sus últimos cachorros, según documentos intervenidos por la policía: instrucciones para marcianitos de videoconsolas. Para aprender virtualmente y asesinar realmente.
Antes, los etarras estudiaban las teorías de revoluciones de Marx, Lenin y Stalin, y las racistas de Sabino Arana. Ahora, usan instrucciones de Sega, Sony, Microsoft o Nintendo.
Somos objetivo de estos marcianitos reales de última generación, obedientes al manual de instrucciones. Tecnología y odio: nuevas fuentes de la muerte en nombre de patrias, de dioses, o de ambos.

Marruecos

Los Reyes, cinco ministros y varias condecoraciones españolas viajaron a Marruecos para homenajear al Rey del país, mientras el periódico El Mundo insinuaba que Rabat había participado, directa o indirectamente, en los atentados del 11M.
Especulación extremadamente aventurada y difícil de creer porque el proyecto estratégico más importante de Marruecos a largo plazo es su ingreso en la Unión Europea: la participación en la masacre, que se descubriría en cualquier momento si fuera cierta, le cerraría las puertas durante muchas décadas.
La pasión europeísta marroquí, su deseo de pertenecer al occidente que representa el Mediterráneo rico, la expresó Hassan II, padre del actual monarca, al solicitar la adhesión a la Comunidad Europea en 1986, inmediatamente después de la entrada de España y Portugal.
Rabat cree que tras la previsible recalada de Turquía en la UE no será difícil seguir la misma senda, y más si Mohamed VI continúa liberalizando sus sistemas político y económico.
Hay un elemento europeo en la aspiración marroquí, y que explica que su monarca, impetuoso al iniciar el conflicto de Perejil, haya reducido después su discurso reivindicativo sobre Ceuta y Melilla: ambas ciudades españolas son Europa.
Marruecos, además de estar solamente a catorce kilómetros por mar del codiciado continente, demuestra así que tiene dos fronteras físicas, terrestres, con la Unión Europea: más palpables que las de Turquía.
El mayor problema para la posible adhesión de Marruecos es su sistema religioso, que coarta las libertades ciudadanas. Sus instituciones dependen del islam, mientras que Turquía es un país oficialmente laico: la confesionalidad marroquí choca con la mayor parte de las exigencias europeas, basadas en el racionalismo.
Pero igual que Mustafá Kemal Ataturk (1881-1932) cambió simbólicamente Turquía, Mohamed VI, descendiente de Mahona, podría dirigir una reforma también nominal.
Hay una tendencia histórica a favor de Rabat: Europa comienza a aceptar la adhesión de países con democracias aparentes y libertades limitadas.

Abuso racial

Madrid, Valencia, Barcelona y otras ciudades españolas están dándole al mundo una imagen racista del país tras la reaparición de minorías que insultan impunemente a deportistas negros ante las televisiones internacionales.
“En España consienten esos gritos y cantos y protegen a quien los inició”, protestaba este domingo en la prensa británica Ashley Cole, futbolista negro del Arsenal al que pretende el Real Madrid.
Cole sufrió esos ataques en España, tanto en Madrid, con la selección inglesa, como en Valencia, con su equipo jugando la Copa de Europa.
Esta conducta se define en inglés como “racial abuse”, que evoca el esclavismo y los malos tratos.
El actual maremoto racista, que quizás ha arruinado ya la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012, la inició el pasado noviembre el seleccionador nacional de fútbol, Luís Aragonés, cuando insultó públicamente a un jugador negro, Thierry Henry, para estimular al español José Antonio Reyes, compañero del propio Henry y de Cole en el Arsenal.
Ante las protestas británicas, Aragonés ni se disculpó ni fue seriamente sancionado, lo que invitó a los aficionados más racistas a seguir su ejemplo y a imitar los bramidos de los monos cuando algunos futbolistas negros tocan el balón.
Hasta en la cervantina Alcalá de Henares, los niños insultaron a jugadores británicos negros menores de 21 años en un partido amistoso contra su contraparte española.
Ashley Cole, que estaba estudiando la oferta del Real Madrid, ha decidido desecharla. Le gusta España, pero no que sus autoridades permitan que el seleccionador nacional inicie una ola de “racial abuse” que se contagia y crece entre el público como un tsunami.
Para demostrar que no es racista, Luís Aragonés arregló sus insultos a Henry, diciendo que él trataba igual a todos los jugadores, incluyendo al gitano, "porque es étnicamente gitano", José Antonio Reyes.

Colaboracionistas

Jean-Marie Le Pen, el líder ultraderechista del Frente Nacional (FN) francés, ha escandalizado una vez más a sus compatriotas al decir que la ocupación nazi de Francia "no fue particularmente inhumana".
Su afirmación tiene algo de verdad: los alemanes fueron corteses con buena parte de los franceses, que colaboraron con ellos y ayudaron a perseguir a los judíos.
Cuando el nacionalismo violento vasco esté vencido, sus actuales protectores, supuestamente demócratas, afirmarán que ellos eran mártires de ETA.
Como tantos franceses que favorecieron a los nazis, y que se exhibían después como sus víctimas.
Algún nacionalista melancólico, recordará que ETA “no fue particularmente inhumana” con los vascos. Y dirá parcialmente la verdad: como Le Pen.
Cuando Ibarretxe proclama en Madrid que “los vascos y las vascas” desean llevar adelante su plan etnicista, y conscientemente anula la existencia de la mitad de la población que lo rechaza, está creando, como el Gobierno de Vichy (1940-1944), un estatus especial para judíos.
Los no nacionalistas son otra raza, como se definía a los hebreos en la Francia del general Petain para satisfacción de los nazis y beneplácito de muchos franceses segregacionistas.
Las ideologías extremistas --nacionalistas, nazi-fascistas o comunistas--, reescriben la historia para lavar su pasado: tras la firma del pacto Stalin-Hitler de 1938, muchos comunistas franceses espiaron simultáneamente para Moscú y Berlín.
Parte de esa información sirvió para que los nazis asesinaran a 80.000 judíos en la Francia ocupada.
Solo cuando Hitler invadió la amada URSS los comunistas franceses chocaron con los ocupantes, apoyando la Resistencia. Vencidos los nazis, ejecutaron rápidamente a los colaboracionistas que conocían para que no revelaran sus complicidades. Ahora aparecen como héroes antinazis.
Dentro de unos años Ibarretxe jurará que él estaba entre la mitad de los vascos perseguidos por el nazismo nacionalista.

Postcristianismo

La creciente indiferencia religiosa en el mundo cristiano está obligando a sus distintas confesiones a cobrar la entrada en algunos templos, como si fueran cines o teatros, o a alquilar o vender numerosas iglesias.
La inmensa riqueza artística eclesiástica no puede sostenerse, como antes, con las donaciones más o menos voluntarias de los creyentes. Ni siquiera con la ayuda estatal: en España ya se cobra el acceso a las catedrales de Sevilla, Palma de Mallorca, Burgos y Gerona.
En esta era postcristiana en la que entramos, y como no consiga sobrevivir así, al cristianismo puede ocurrirle como en el Reino Unido, donde la ausencia de fieles está provocando la venta o el alquiler de iglesias, magníficas edificaciones góticas y neogóticas de esa piedra negra, tan anglosajona, de torres abrazadas por el musgo y la hiedra. Y estamos solo ante el inicio del fenómeno en toda Europa.
En distintas ciudades británicas podrá entrar usted en una bellísima iglesia y encontrarse bailando en una discoteca en la que el incienso es humo de marihuana y la comunión se oficia con alcohol puro y drogas de inhalar, tragar o inyectar.
Catedrales y templos anglicanos están vacíos o semivacíos y con huchas ociosas. En la ciudad de Leeds, al norte de Inglaterra, el solemne templo de All Souls, tiene párroco, pero ni un solo parroquiano.
Una fuente de ingresos intermedia, antes de la venta, es el alquiler de las torres para instalar antenas de telefonía móvil, pero los vecinos protestan y en ocasiones consiguen evitarlas.
Si no se montan los repetidores o la recaudación sigue siendo insuficiente, esos hermosos edificios se desacralizan y venden a inversores privados, que acaban transformándolos en discotecas.
O en mezquitas: en Swansea, en Gales, la Saint Andrews United Reformed Church está convirtiéndose al islam. Comprada por la comunidad musulmana, sus torres albergarán a los almuecines y las viejas campanas se sustituirán por llamadas a la oración en árabe.
Otros templos cristianos esperan igual destino.

Al-Andalus

Envueltas en olor de azahar y pachulí, pero también por internet, numerosas organizaciones autoproclamadas andalusíes hacen proselitismo islámico para convencer de que los ocho siglos musulmanes en Al-Andalus significaron riqueza, bondad y tolerancia.
Oyendo tales historias hay gentes a las que les brotan impetuosas raíces moriscas. Son románticos, como el estadounidense Washington Irving, que publicó en 1832 sus Cuentos de la Alhambra, pasionales historias de ambiente de Las mil y una noches. Los norteamericanos ya empezaban a orientar culturalmente al mundo.
Adquiere exótico atractivo aderezar romanticismo, utopías, jardines generosos, oleosa literatura de sexualidad ambigua y leyendas sobre moros apasionados, grandes amantes con harenes masculinos y femeninos. Un universo extravagante, equívocamente lujurioso, con efebos lánguidos y medrosas reinas moras.
Pero el islam en España fue como en todos los lugares donde se asentó: una religión guerrera, implacable y expansionista, que destruyó violentamente todas las culturas conquistadas, incluyendo a las más evolucionadas, como la bizantina y las extremo orientales.
En ese ambiente, la supervivencia de algunos creyentes de las religiones exterminadas se debió a sus habilidades profesionales y a que pagaban impuestos especiales por ser infieles. Además, la esclavitud más cruel alimentaba aquella economía.
Y como Andalucía es alegre y dadivosa, constantemente se producían relajamientos de costumbres. Los poetas se embriagaban con vinos de las cercanías del Guadalquivir, lo que desencadenaba sangrientas reconquistas espirituales, casi siempre llegadas de África.
Los ochocientos años Al-Andalus están plagados de terribles salafistas, múltiples Bin Laden que aparecían constantemente para masacrar a los musulmanes que, al españolizarse, se volvían disolutos.
Los señores andalusíes que querían sobrevivir tenían que aliarse con los cristianos para defenderse de las yihad de sus hermanos reeducadores enviados desde los desiertos.
Que no jueguen mucho quienes resucitan Al-Andalus: Bin Laden sigue vigilando.

Militares

El Gobierno Zapatero está experimentando ante muchos militares españoles un desgaste simbólico, aunque sin tantos muertos, como el que sufrió el Gobierno Aznar por su propia torpeza tras el accidente del Yak-42, en mayo de 2003.
Porque los militares siguen códigos emocionales. Quitárselos es como desmoronarlos a ellos, que están formados para arriesgarse a morir siguiendo órdenes de un gobierno democrático.
Y como están listos para ese sacrificio, quieren que se valoren sus símbolos: bandera, lemas, palabra, honor. Y que no los hieran innecesariamente, o que no los engañen, como hizo el exministro Trillo en la identificación de cadáveres del Yak.
Un sargento primero de Artillería, Luís María de Goya García, le ha escrito al ministro de Defensa pidiéndole que restituya lo que para él y sus compañeros es muy importante: la inscripción del lema “A España servir hasta morir” que José Bono ordenó eliminar de la ladera de una montaña, en la Academia de Suboficiales de Constampla, en Lleida, obedeciendo a las exigencias del nacionalismo catalán.
La carta circula profusamente estos días por los cuarteles, cargada de alarma, desengaño y despecho, y en ella De Goya recuerda que, inspirados por el lema que veían todos los días durante su formación, han muerto suboficiales españoles. Él ayudó a enterrar a dos de ellos, que habían servido en Bosnia.
Como consecuencia, pide: “Que la memoria de todos los suboficiales caídos en acto de servicio no se desvanezca a petición de unos pocos que quieren hacer de España una nueva Yugoslavia”.
De Goya y muchos otros están en lugares conflictivos de varios continentes llevando ayuda y defendiendo la concordia. Viviendo en condiciones frecuentemente penosas. Mal pagados y poco apreciados por los gobiernos, aunque si por la opinión pública. Y ahora pierden sus lemas: están hurtándoles los motivos por los que son militares.

Ejemplar ZP

Hay que retar a duelo a quienes corren la especie de que José Luís Rodríguez Zapatero es algo haragán. Debe desmentirse a quien diga que está amodorrado. Porque si ZP trabaja poco es para darnos ejemplo.
Ahora es moda calificar a ZP de gandul. Pero es porque en España todo el mundo trabaja ya demasiado. Deberíamos revivir los tiempos que retrató Larra. ¿Tenemos problemas?: pues digámosles vuelvan ustedes mañana.
Cuando Ibarretxe proclama su reto secesionista, ZP está en unas exuberantes, gozosas vacaciones. El presidente ni siquiera mueve un músculo. Así, el lehendakari aprenderá que los separatismos no deben traerse a casa en Navidad. Ya lo recibirá con fanfarrias en el Parlamento. Pero, inicialmente, como si no existiera.
Los periodistas le afean que se tome largos fines de semana, puentes y asuetos. Es porque defiende todo avance social, como conseguir laborar un máximo de 35 horas semanales. Así hace el admirado funcionariado francés.
Otra acusación es que programa viajes relámpago de un día al extranjero para regresar a dormir a la Moncloa. ¿Para qué más?: él solo necesita un minuto para decirles siempre que sí a sus interlocutores. Dicho el yes, sir, vuelta a casa.
Porque el interés del Estado está después del de la familia. Hay que gozar de ella constantemente, y ofrecerle ese ejemplo de unidad a los ciudadanos.
Otra acusación: que por dormir rompe compromisos internacionales concertados previamente. Cierto, pero para trabajar hay que reposar, y no volver a quedarse adormilado en una reunión importante.
No es haragán, ni irresponsable: seguro que quiere ser industrioso, trabajar tanto como cualquier otro jefe de Gobierno, pero se sacrifica para darnos ejemplo.
Nos enseña que la vida no es competitividad capitalista, sino sonrisas, buen talante y una siesta, si es menester, con felices sueños.

Dictablanda

Parece paradójico, pero que pueda salir en libertad un autosatisfecho terrorista asesino de 25 personas tras solamente 18 años de cárcel se debe a las leyes franquistas
La suave legislación penal franquista para estos delincuentes estuvo vigente hasta 1995, cuando la democracia estableció penas mucho más duras.
Tiene suerte José Ignacio de Juana Chaos, un etarra maketo, burgalés, de que sus crímenes cayeran bajo las leyes penales franquistas. Y si ahora sigue en la cárcel es porque ha cometido nuevos delitos que antes no lo eran.
En este país todos nos presentamos como héroes de la resistencia antifranquista. Hasta notables servidores de aquel régimen se exhiben como víctimas. Pero debe decirse: en su última década, el franquismo fue una dictablanda.
Aunque tuvo un inesperado estertor de ira asesina que lo llevó a fusilar a cinco presuntos terroristas poco antes de que Franco comenzara a agonizar. En aquellos años también había persecuciones y malos tratos, pero no generalizados. Seguramente, porque nadie se movía: los españoles habían dejado de ser rebeldes y se envolvieron en una mezcla de cobardía y de pancismo.
Todo el mundo sabía quién pertenecía a Comisiones Obreras o al Partido Comunista, y la policía enviaba a unos pocos militantes a prisión, generalmentepor poco tiempo. A los socialistas de entonces casi no los molestaban. Felipe González, "Isidoro", ejercía y viajaba como dirigente sin problemas. En el ejército estaba el germen de la Unión Militar Democrática, de oficiales que defendían la libertad.
Es que a veces queremos hacer creer que los 1965-75 eran como 1940. Y no: la economía y la presión social e internacional debilitaban al franquismo.
Cuya legislación laboral sería hoy progresista, o al menos paternalista y populista, mezcla de fascismo y socialdemocracia, frente al capitalismo triunfante después, también con gobiernos izquierdistas.
Con excepción de su estertor iracundo, el franquismo pretendía aparecer como un sistema de autoritarismo magnánimo: por eso, aún existiendo ETA, en 1973 reformó el Código Penal favoreciendo a todo tipo de criminales, tratando de homologarse a la Europa que salía de la idea de mayo del 68 según la cual todo el mundo es bueno. Pero De Chaos y otros como él son El Mal. La Maldad.

El Bush con botas

Entre los 24 miembros de su familia vestida para una fiesta, el presidente estadounidense, George W. Bush, sentado, exhibe los escudos presidenciales grabados en sus botas vaqueras.
Botas vaqueras, y esmoquin: qué atentado al buen gusto de este hortera, como ha venido a decir la prensa europea.
Pero Bush es texano y esas botas simbolizan su tierra, que fue española. Son un sello. Una declaración de origen. Como los cuernos de toro en la proa de los Cadillac de los rancheros. Proceden de la tradición charra salmantina pasada por México.
Pero, aparte de esa reafirmación de las tradiciones, lo más interesante de la fotografía de El Bush con botas, está a la derecha de la imagen y se llama Colomba Garnica Gallo.
Es la mujer de Jeb, hermano de George W., gobernador de Florida, y madre de dos chicos y una chica, hijos de ambos. Rostros mestizos, herencia de la emigración desde Guanajuato, México.
Gente pobre que pasó la Raya. Luego, novio gringo, novia hispana, o viceversa: hay muchas familias así por allí. Sangres india, española y anglo mezcladas.
Edna Farber escribió la novela “Gigante”: en su versión cinematográfica, el multimillonario Rock Hudson es suegro de una mexicana así, pobre, a la que humilla su enemigo, el nuevo-rico James Dean. Hudson tiene grandeza, Dean es miserable.
Nunca un político demócrata, esos supuestos aristócratas de Boston tipo Kennedy, tuvo hispanos en su familia, ni tantos negros e hispanos como Bush en puestos clave de su política. Curioso país: el liberador de esclavos, Abraham Lincoln, era republicano; los esclavistas, demócratas.
Esos 24 Bush hablan todos, mejor o peor, español. Los ultras demócratas y republicanos acusan al presidente de proteger veladamente la inmigración mexicana. Aunque solo fuera por eso, sus botas merecen cierto respeto.

Silbo europeo

Una vez que se ha demostrado científicamente que el silbo gomero actúa sobre una zona del cerebro que genera el lenguaje, los nacionalistas canarios deberían exigir su uso en el Parlamento, en el Senado, y en la Unión Europea.
Una demanda justificadísima: Zapatero ha prometido el empleo de los idiomas autonómicos en las dos cámaras estatales, y asegura también que se utilizarán en los Consejos de Ministros de la Unión Europea.
Demostrada científicamente la pertinencia de oficializar el silbo como el quinto idioma español, los canarios tienen derecho a oírlo en todos los centros de poder. Como harán con orgullo catalanes, gallegos y vascos cuando escuchen a los políticos españoles dirigiéndose a los 25 países de la UE en los idiomas autonómicos.
Igualmente, el silbo gomero deberá enriquecer el centenar de las otras hablas europeas, vehículos de comunicación regionales en los países miembros.
Lo que nos reconducirá al momento más soberanista de la historia humana: el del abandono de la construcción de la Torre de Babel, cuando Dios castigó al hombre con la confusión de lenguas por pretender llegar el cielo con aquella mole.
Aquél día cada persona fue ella y su idioma individual: cada humano era una orgullosa Comunidad Nacional. Una autodeterminación. Un Ibarretxe. Un Maragall. Un Carod (Pérez).
Y si Zapatero consigue imponer su proyecto en la Unión Europea, miles de españoles tendrán trabajo en Bruselas como traductores/intérpretes.
Así, se absorberá el enorme desempleo de los filólogos de los idiomas patrios, que se especializarán enseguida en el resto de las lenguas europeas.
Con tres turnos de traductores de silbo a cien idiomas, saldrán trescientos filólogos. Por cinco lenguas españolas, 1.500.
Los silbadores, además, deberán seguir el ejemplo de los otros idiomas peninsulares: enseñanza obligatoria del silbo y lengua vehicular universitaria.

Intifada

Mahmoud Abbas, jefe de la OLP y posiblemente el futuro presidente palestino, ha pedido que concluya la intifada lanzada por Yaser Arafat hace cuatro años.
Porque ha sido desastrosa: 3.616 palestinos muertos y la ruina de su pueblo, frente a 970 muertos de Israel, país cuya economía soportó la crisis.
Esta segunda intifada, o levantamiento, principalmente de niños, comenzó el 28 de septiembre de 2000, cuando Ariel Sharon, jefe del partido Likud, paseó con sus escoltas por la explanada de las mezquitas de Jerusalén.
Gesto interpretado como provocación por los palestinos, que trataron de revivir la primera intifada, iniciada en 1987, y que llevó a los prometedores acuerdos de Oslo de 1993.
Enviar como frente a niños y a población civil desarmada es un método de lucha común en el mundo musulmán, como conocen muy bien los españoles desde la Marcha Verde marroquí sobre el Sahara.
Pero en esta segunda revuelta la edad sirvió menos que la primera vez: los israelíes fueron implacables. Amparándose en que entre los muchachos aparecían suicidas y terroristas religiosos, respondieron con extrema dureza.
Aunque los tan denunciados asesinatos masivos de palestinos resultaron falsos, pero eficaces como propaganda. El famoso genocidio de Jenin nunca existió: fue una batalla en la que murieron 52 palestinos y 27 israelíes.
La dureza de Sharon lo había hecho primer ministro y ahí permanece. Arafat murió, y su herencia es una intifada fracasada y una cuantiosa fortuna cuyos beneficiarios se desconocen.
Mahmoud Abbas, admite ahora el fracaso militar y económico de la rebelión. En dos años, el PIB palestino cayó el 40 por ciento, los ingresos son un tercio de los de la época anterior, e Israel ya no emplea a los 150.000 palestinos que trabajaban en su territorio: un desastre económico y militar.

Bitácoras

Millones de personas de todo el planeta, y el número crece en millares cada día, exponen libremente sus ideas y talento en las páginas de internet llamadas bitácoras o weblogs.
En las que se descubren magníficos periodistas, sutiles poetas, narradores imaginativos y agitadores sociales. Escritores que ya no necesitan editores, ni saber informática; ni siquiera tienen que compran un dominio de internet: el futuro de la escritura está aquí.
El blog es una página fácil de cubrir puede ser gratuita. Un buen principio está en http://www.blogger.com/start
Analizando bitácoras se llega a dos conclusiones: que sus creadores son generalmente personas independientes que se sienten libres al confeccionar sus páginas, y que tienen aún pocas mujeres entre ellos.
Son un fenómeno sumamente liberal y mayoritariamente masculino, por el momento. Protagonizado por individualistas que detestan estar cerca de partidos políticos, ideologías jerarquizadas o de organizaciones gregarias.
La mayoría de los blogueros son individuos aislados que ocasionalmente se agrupan, pero solo en red, para defender alguna opción concreta, generalmente sobre libertades.
Con este pensamiento hostil al colectivismo, y sintiéndose libres, los autores no tienen que justificarse ante las formaciones políticas, en las que muchos militaron antes, pero que las abandonaron porque tenían que renunciar a toda disidencia o pensamiento rebelde.
Quizás por eso hay pocos blogueros militantes de izquierdas, cuyo pensamiento es colectivista. La gente de izquierdas suele aparecer en las páginas más tradicionales de internet, en dominios acomodados alrededor de siglas.
Si en las elecciones del pasado marzo los teléfonos móviles y los mensajes SMS lograron intimidar y rechazar al Partido Popular, las bitácoras como ultimísimo sistema de agitación son mayoritariamente hostiles al Partido Socialista.
Parece que esta vez los liberales están ganando este incontrolado e incontrolable foro de comunicación, que algún día será temible.

Insurgentes iraquíes

Todavía hay familias en España que tiemblan más cuando se nombra al cura Santa Cruz que cuando evocan los peores horrores de la Guerra Civil, más cercana.
Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi, guipuzcoano nacido en 1842, fue jefe de una facción carlista famosa por sus asesinatos y sadismo. Su propio bando lo condenó a muerte, horrorizado por su locura exterminadora: huyó a Colombia, donde formó a asesinos. Murió en 1926.
Hay familias que cuentan historias tan espantosas de este cura que lo hacen bajando la voz y tratando de protegerse haciendo cruces, no sea que vuelva como fantasma el descuartizador.
Podemos preguntarnos ahora si Santa Cruz debería ser considerado como insurgente o resistente, y alabado como héroe, porque luchaba contra el pecaminoso liberalismo que, según afirmaba, destruía el santo espíritu español.
Podemos preguntárnoslo, porque el falso progresismo trata como héroes románticos a unos Santa Cruz contemporáneos, a los clérigos islamistas que ordenan en Irak poner bombas en escuelas, en mercados, en donde se preparan unas elecciones libres, que torturan y secuestran, que degüellan a voluntarios que solo querían curar enfermos.
Presentan a estos monstruos como románticos guerrilleros, insurgentes, resistentes, militantes, activistas: porque luchan contra el liberalismo que representa el nuevo gobierno iraquí, resultado de la invasión norteamericana que derrocó a un sádico dictador, otro Santa Cruz menos religioso.
El liberalismo sometía España al pecado. Había que expulsar esa maldad hundiendo estacas en el corazón de los liberales, quemando vivos a los tibios de espíritu, arrancando del vientre de las embarazadas sus frutos infernales, como proclamaba el cura.
Y seguimos llamando insurgentes y resistentes a los curas Santa Cruz del islam, sin que reflexionemos sobre la cerrazón, el odio y la muerte qué representan estos seres peores aún que el descuartizador guipuzcoano.

Tortas casuales

ZP insiste en que la fecha elegida por los islamistas para cometer los atentados del 11M fue casual, sin relación con las elecciones que tres días después le dieron el triunfo.
Pero dos millones de españoles cambiaron su intención de voto tras la masacre, según descubrió el Centro de Investigaciones Sociológicas,
El diabólico cálculo de los terroristas tuvo efecto, y solo ZP y algunos de sus aliados lo niegan.
Otra de sus convicciones es que nada interfiere la voluntad popular, y como está persuadido de que sus premoniciones son infalibles, afirma que en las próximas elecciones autonómicas vascas los constitucionalistas derrotarán a Ibarretxe y a su desafío secesionista.
Su razonamiento se basa en que nadie le creía cuando anunciaba que iba a ganar en marzo, como ocurrió. Piensa que triunfó porque ese era su sino, no por la acción terrorista: esa es la lógica que le dicta su espíritu “nueva era”, que sigue premoniciones, ensueños zen y extraños signos esotéricos.
Sin embargo, no acertó cuando esperaba ser recibido como la nueva estrella europea y mundial tras su cadena de desplantes a EE.UU. y, al contrario, sus colegas lo evitan como pueden.
Luego, y con fijación insensata, apostaba con cualquiera que iba a ganar John Kerry las elecciones estadounidenses, y que iba a ser un amiguete: fracasó estruendosamente.
Negando la intencionalidad electoral del 11M no podrá creer que algunas mentes diabólicas en el País Vasco puedan cambiar el sentido del voto buscando emotivas reacciones masivas.
Solamente imaginemos: ¿que ocurriría si alguien produce algunos muertos en un mitin nacionalista que achacarán inmediatamente a los constitucionalistas?. ¿O si atentan contra Ibarretxe, o él mismo se inmola a tortas?.
El nacionalismo desmandado es satánico. Por conseguir un éxito puede cometer cualquier masacre. Nada es casual: tampoco el 11M.

A los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:
Este año no pedimos nada personal para nosotros. Solo que hagan llegar estos mensajes:
Zapatero: Deje de levitar pasmado mientras sonríe incrédulamente ante el espejo. Ya es presidente del Gobierno español. Las sonrisas no infunden respeto. Con frecuencia producen conmiseración. El respeto hay que ganárselo. Empiece ya, si puede.
Rajoy: Mire menos los papeles y más la gente. No copie los apuntes que usó Aznar en las oposiciones.
Aznar: Contra usted vivíamos mejor.
Rouco Varela: Hay nueve mandamientos más, aparte del de no fornicar.
Ibarretxe: Bicornio y capote de campaña le quedan bien. Pero usted, insisto, usted no es Napoleón.
Maragall: Antes de hablar, diga: “Me llamo Pasqual y soy un (balbuceos...) político anónimo”.
Fraga: La herencia se está volviendo minifundios.
Rodríguez Ibarra: Perro ladrador, poco mordedor.
Llamazares: ¡Chaval: fuera de la clase, obrera!
ETA: ¡Suicídense ya!.
Homosexuales: El matrimonio gay trata de eclipsar los debates sobre otros problemas políticos y sociales mucho más graves. Ustedes solo son una coartada.
Chirac: Los españoles no son Zapatero. Que conste.
Blair: Igual resultaba bien como español.
Bush: Acabe de una vez.
Putin: ¿Por qué recuerda usted a Ras-Putin?
Constitución Europea: Encantados de no conocerla.
ONU: Dan doctrina y consejos, pero más de la mitad de ustedes siguen siendo espantosas y corruptas tiranías.
F.C. Barcelona: ¡Como se nota la presencia de Zapatero!
Comité Olímpico Internacional: Madrid se merece los JJ.OO. de 2012. No tengan en cuenta las declaraciones racistas de Luís Aragonés. No es racista: tiene un problema neuronal.
Real Madrid: ¡Cómo se nota la ausencia de Aznar!
Como observarán SS.MM. la encomienda no es gravosa ni les compromete. Muy agradecidos, les dejamos a ustedes en la ventana vino generoso y galletas, y mucha agua y hierba fresca para los camellos.

Pueblo

Podríamos corregir a Samuel Johnson, el pensador inglés del siglo XVIII, autor de la una de las máximas más sabias de la teoría política: “Patriotism is the last refuge of the scoundrel”, el patriotismo es el último refugio de los canallas.
El patriotismo se desacreditó aún más después de que los fascismos y los nacionalismos europeos lo degeneraran hasta crear un sentimiento grupal que exigía una organización social, étnica y cultural de masas ciegas, exclusivistas y violentas.
“Las masas”, se proclamaba desde la retórica revolucionaria antiindividualista de los ultras de derechas y de izquierdas. Seres sin rostro obedientes al ardor de las clases dirigentes defendiendo mitologías de la patria, del proletariado o de la dictadura.
Los ultranacionalistas regionales españoles supuestamente democráticos, especialmente vascos y catalanes, están evitando usar el término patria para que no se les confunda con ETA y otros “abertzales”, patriotas violentos equiparables al nazismo.
Ellos emplean cada vez más el término “pueblo” ("los vascos y las vascas", dice Ibarretxe). Pregonan que son el alma del pueblo, que defienden sus intereses, que hablan en su nombre y definen quién forma parte o no de él.
Su objetivo es dominar la individualidad y volverla masa: readaptando a Johnson, se puede afirmar que “el pueblo es el último refugio de los canallas”.
Canallas que proponen afanes magníficos para ese pueblo al que quieren imponerle irremisiblemente su concepción social, étnica y cultural: como los fascismos, los comunismos y los demás totalitarismos.
Que necesitan personas que no sean libres ni independientes. Que sean masa. Que obedezcan irreflexivamente, sometiéndose a la presión social, el miedo, la agitación y la propaganda acerca de su pueblo-patria predicado por ellos para enfrentarse a otros.
Parafraseando nuevamente a Johnson, quienes lanzan al “pueblo” catalán, vasco, gallego, andaluz o al que sea hacia aventuras suicidas son unos canallas, y además, unos peligrosos criminales.

Caridad

“Si Dios quiere”: el lenguaje del pasado aún cercano en la civilización cristiana le concedía a Dios la responsabilidad de lo que podría ocurrir, bueno o malo, maravilloso o catastrófico.
Para los cinco millones de afectados por el maremoto que mató a 150.000 personas en la cuenca del golfo Indico, la causa es la voluntad de Alá o el destino. Sociedades religiosas y/o fatalistas, creen que el mundo obedece a poderes sobrenaturales.
En la cultura postcristiana buscamos culpables de la catástrofe: el primero es EE.UU., porque ensaya un sistema de alerta para fenómenos así, todavía poco seguro. Se le acusa de no haber avisado, pero lo hizo, y ningún país afectado escuchó las advertencias.
Aunque hubieran valido de poco: los tsunami son incontrolables, velocísimos, eligen direcciones imprevisibles, y siempre son devastadores.
Sugerida así la acusación contra el campeón del capitalismo, alguien recuerda que nosotros también somos parte de ese mundo: comienzan a hacernos corresponsables de la tragedia.
Que es la acusación lanzada por numerosas oenegés seudoprogresistas, que nos responsabilizan de los efectos del tsunami entre los pobres y, de paso, del resto de los males mundiales.
Hasta hubo un artículo firmado por una representante de la ONG Ayuda en Acción titulando que “Se podía haber evitado” el maremoto.
Las oenegés, nuevas religiones mitológicas, quieren que nos sintamos dioses paganos. Nos hacen culpables de las desgracias mundiales. Desde nuestro Olimpo debemos conceder favores: donaciones.
Y sentir remordimiento por los males planetarios y por nuestro pecado de vivir decentemente. Nos llaman impíos, nos hacen sentir malhechores. No piden caridad o buena voluntad, sino que nos exigen justicia y solidaridad..
Pero si donamos es porque somos caritativos, misericordiosos, bondadosos, virtuosos o compasivos: expresiones políticamente incorrectas y en peligro de extinción porque recuerdan su lejano origen cristiano.

Adiós, PSOE

Pablo cree que está viviendo un momento terriblemente dramático de su vida. Tan doloroso como la pérdida de su madre y la posterior de su padre.
Porque su partido, el Socialista, le ha traicionado. Era leal al PSOE desde que, siendo adolescente, asistía con su padre a las reuniones clandestinas que mantenían unos pocos seguidores del Abuelo del socialismo, Pablo Iglesias. Le pusieron Pablo para recordarlo.
En su País Vasco natal el PSOE había sido devastado por el Régimen. Al final del franquismo tenía pocos afiliados. Mejor estaban los comunistas y los nacionalistas, aunque los primeros viven ahora al remolque de los segundos, que han impuesto un régimen de provocación, desde el PNV, y de terror, desde ETA y Batasuna.
Inesperadamente para tantos viejos militantes, el PSOE vasco, el PSE, ha propuesto la creación de una nación euskaldún, levemente limitada con respecto a la puramente secesionista. Y adopta el lenguaje nacionalista al usar el término imperialista de Euskal Herria, que absorbe Navarra y el suroeste francés.
Pablo escuchó a finales de 2004 un discurso de Mariano Rajoy, líder del PP, en Irún. Afirmaba que no aceptará modificar la Constitución porque "España es una nación, no una nación de naciones", y que "no queda más que un partido que defienda la verdad de que los vascos son españoles y el derecho de los españoles contar con el País Vasco".
Y le gustó: Rajoy repite lo que siempre dijeron los socialistas; hasta ahora, cuando el PSE presenta un programa elaborado por el exdirigente nacionalista Emilio Guevara.
Pablo ha roto su carné del PSOE. Nunca más votará a su querido partido.
Pero aún estando de acuerdo con el PP, la tradición familiar y personal le impiden acercársele: el PNV ha ganado un nuevo voto abstencionista.

Nuestra Sontag

Bonitas honras fúnebres le ofrecieron en España a Susan Sontag: parecía nuestra escritora e ideóloga de cabecera, y es lógico, porque no tenemos intelectuales de su talla en los que reflejarnos.
En España admiramos a los iconos culturales estadounidenses, quizás porque son críticos con su país. En España no hay gente así.
Es que estamos vacíos de sutiles fustigadores intelectuales que sirvan de referencia. Aquí casi nadie se acerca a Susan Rosenblatt, el verdadero nombre de Sontag. Lo más cercano es Fernando Savater, siempre en el filo de la navaja, pero él es hombre; y además, tampoco le hacemos mucho caso porque azuza especialmente al nacionalismo vasco.
Sontag pertenecía a esa profusa línea de intelectuales estadounidenses que influyen en la cultura occidental, al menos, desde hace 150 años. Los españoles dejamos de tener ese ascendiente desde que feneció el Siglo de Oro, hace más de tres siglos.
No hay ni a una sola intelectual española contemporánea lúcida, comprometida e influyente como Sontag. Lo más parecido vivió a principios del siglo pasado, la condesa de Pardo Bazán, un faro en la España pacata y curil de su época.
No queremos ver que sufrimos un vacío intelectual femenino y masculino de más de tres siglos. Solo merece lectura poco más que el dolorido Unamuno, el dubitativo Ortega, el luminoso tenebrismo de Valle. Pero no producen una reflexión rupturista y vanguardista.
Es que hasta nuestro progresismo es muy provinciano: aquí, lo más parecido a Arthur Miller es Antonio Gala, y el Gran Wyoming es el émulo nacional de Woody Allen.
Aunque a gente como Sontag, Miller y Allen podemos sentirla cercana porque obtienen los premios Príncipe de Asturias. Por eso Sontag era tan nuestra como de Nueva York. Y que nos duren mucho Miller y Allen, otros neoyorkinos.