Durante tres siglos España vivió largas etapas sometida al poder de los favoritos de los Reyes, los validos absolutistas como el conde-duque de Olivares, mientras que Inglaterra o Francia, alboreaban hacia las democracias modernas.
Los Reyes españoles actuales ya no disponen de la autoridad del Viejo Régimen ni tienen Corte ni favoritos tradicionales. Pero el país sigue dominado por otros validos aún más omnipotentes que sus predecesores.
Usted los ve y oye en todo momento. Son algunos medios de comunicación: ahora es el grupo PRISA con Zapatero, como lo fueron El Mundo y la COPE con Aznar.
Defienden fundamentalmente sus intereses industriales y comerciales. Pero su maestría consiste en hacer creer que luchan por la dignidad y el bienestar de la ciudadanía. Después, y apelando al aval popular que, según afirman, apoya sus propuestas, consiguen que el Gobierno les obedezca ciegamente.
Los validos del gabinete de Zapatero son las estrellas de PRISA: Iñaki Gabilondo, Juan Luís Cebrián, incluso Carlos Llamas o Haro Técglen.
Su gigantesco poder se detecta enseguida: una de estas estrellas lanza cualquier idea, el resto del grupo se le une en unidad de combate, y el Gobierno la adopta y la convierte en objetivo político prioritario.
Los validos de Aznar, el grupo El Mundo y la cadena COPE, resultaron sumamente torpes comparados con los de Zapatero: el expresidente no les obedeció demasiado y, además, nunca consiguieron que la opinión pública creyera mayoritariamente sus mensajes.
Quizás estuvieron lastrados por su propio carácter individualista, porque sus iniciativas eran más personales que corporativas: los validos aznaristas operaron más como guerrilleros que como un ejército bien formado.
Los validos del Gobierno actual son mucho más eficaces, tienen más talento y talante: atacan sus objetivos en implacable, perfecta formación militar, y siempre ganan.